Aunque en 2001 y 2005 Sarkozy planteó tal posibilidad ahora afirma que resulta «peligrosa».
El primer ministro, François Fillon, se opuso el sábado «con todas sus fuerzas» al derecho a voto de los extranjeros, diciendo que es parte de la pertenencia «completa a la nación» y por lo tanto, debe permanecer ligado a la obtención de la ciudadanía. Al día siguiente, el ministro del Interior, Claude Gueant, insistió en reducir la inmigración legal y luchar con determinación contra cualquier «fraude social».