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El Futuro Gobierno del PP

Rajoy revela que su gobierno puede incluir personalidades "sin pasado político"

Desbancado Berlusconi, los mercados financieros vuelven a colocar a España en el foco

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
España no quedará al margen de la ola tecnocrática que baña el sur de Europa. Convencido de la inminente victoria, Mariano Rajoy ya habla como presidente in péctore y esboza líneas que pueden ser el eje de la próxima legislatura: el deseo de ir más allá de la indiscutible fortaleza electoral del Partido Popular.

En una conversación informal con periodistas que siguen su campaña, Rajoy dejó caer en León que el nuevo gobierno de España contará con profesionales de prestigio "sin pasado político". ¿Independientes? Sin duda. La frontera entre los independientes y los tecnócratas es muy indefinida. El tecnócrata suele ser independiente, pero el independiente no necesariamente ha de tener un perfil acusadamente técnico. Hay independientes con pasado político (por ejemplo, el ex ministro de Industria y Asuntos Exteriores, Josep Piqué, cuyo nombre aparece en casi todas las cábalas de estos días). Fiel a su galaico estilo, Rajoy no añadió nada más y dejó que el mensaje siga su curso. Un independiente sin pasado político es el actual consejero español en el Banco Central Europeo, José Manuel González Páramo. También lo es Jaime Caruana, ex gobernador del Banco de España y actual presidente del Banco de Pagos Internacionales. También podría serlo, forzando un poco la imaginación, José María Fidalgo, ex secretario general de Comisiones Obreras y desde hace tiempo hombre próximo a las tesis del centroderecha. Pese a su conocida simpatía por Unión Progreso y Democracia (UPyD), Fidalgo no milita en ningún partido.

Aunque muy hermético al respecto, Rajoy viene alimentando desde hace semanas la idea de un gobierno de amplio perímetro. Caben tres posibilidades, no necesariamente excluyentes. Primera: la inclusión en el futuro gabinete de centroderecha de alguna personalidad próxima al Partido Socialista Obrero Español, siguiendo la estela de Nicolas Sarkozy en Francia. Segunda: un ofrecimiento formal a Convergència i Unió y al Partido Nacionalista Vasco para incorporarse a la nueva mayoría, bien con ministros propios, bien a través de independientes –con o sin pasado político– adecuadamente sintonizados con el nacionalismo catalán y vasco. Y tercera, aunque no la última: el fichaje de un tecnócrata que goce del beneplácito del Banco Central Europeo y del Grupo de Frankfurt, es decir, del Directorio Europeo al completo (Merkel, Sarkozy, Draghi, Lagarde, Juncker, Barroso y Van Rompuy). En esta última hipótesis, la especulación sobre González Páramo es del todo ineludible. Ayer mismo, algunos medios de comunicación ya se atrevían a señalar al consejero español del BCE como futuro vicepresidente y ministro de Economía. Quizá sea temerario correr tanto. A Rajoy le gusta jugar con las ambigüedades.

Un nuevo orden político se está dibujando en el sur de Europa, no hay duda de ello. Desde hace cinco meses, rige los destinos de Portugal un gobierno de espíritu contable (vieja seña de identidad del conservadurismo portugués), cuyo ministro de Economía y Empleo, el economista Álvaro Santos Pereira, fue directamente fichado en la Universidad de Vancouver (Canadá). Italia es el faro de la nueva orientación. El economista Mario Monti –ex comisario europeo de la Competencia, presidente de la Universidad Comercial Luigi Bocconi de Milán y hombre de confianza de Mario Draghi, presidente del BCE desde hace quince días– está negociando en Roma el gobierno de emergencia nacional que sepultará política y culturalmente la era Berlusconi. Y en la balcánica Grecia, los clanes y dinastías que desde hace décadas compiten por la dirección política del país (los Papandreu, los Karamanlis, los Venizelos, los Samaras...) se han puesto de acuerdo en compartir –por un tiempo– los severos costes políticos de la economía de guerra, con un gobierno de unidad nacional presidido por el tecnócrata Lukas Papadimos, antiguo gobernador del Banco de Grecia y hasta ayer vicepresidente del Banco Central Europeo. El caso español es algo diferente. La concentración nacional se materializará con toda probabilidad el próximo domingo en las urnas y corresponderá al vencedor dar mayor profundidad social a una mayoría política seguramente inapelable. Ofrecer una gobernación de amplio perímetro y garantizar una eficaz conexión con el Directorio Europeo. Esas serán dos de las tareas primordiales de Mariano Rajoy, puesto que la nave España sigue en alta mar y la tormenta no piensa dar tregua. La jornada de ayer volvió a ser aciaga para la deuda. Desbancado Berlusconi, la atención de los mercados financieros volvió a centrarse en España. Los analistas dan por descontada la victoria del PP, pero la calculada ambigüedad de su líder mantiene interrogantes abiertos. ¿Qué política? ¿Qué programa? ¿Cuántos ajustes? ¿Cuánta disposición al sacrificio? ¿Cuánto miedo al conflicto social? Rajoy no quiere despejar estos interrogantes ante del 21 de noviembre y quizá por ello ayer en León hizo una escueta pero significativa ofrenda floral en el altar de la Tecnocracia.

El PSOE lucha por evitar un desfondamiento dramático tras las encuestas del fin de semana. Gesto extenuante de Alfredo Pérez Rubalcaba: mítines en pueblos pequeños.

 

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