“Españeciendo” muestra los principales registros pictóricos de Mejica, su compromiso con el color y la expresividad del gesto, algo que va parar a un cuadro, un pañuelo de cabeza, un objeto cerámico o un parque como el que se creó en Asturias, su región natal. Su singladura entre el Ojocentrismo y el Neocubismo manifiesta la gran creatividad de un creador torrencial y talentoso.
El Ojocentrismo alude a su trazo más expresivo, donde lo ancestral, los simbolismos e impulsos atávicos son manifestación de una relación inmediata, casi espontánea y emocional con la pintura. El Neocubismo hace referencia a los ecos del movimiento vanguardista moderno que germinara en el París de los años 20 con Picasso a la cabeza.
La reconstrucción de las formas es otra característica de las obras de Mejica, que multiplica y geometriza a través de la arquitectura del color –contenido y de gran equilibrio- y la superposición de planos, que el artista asocia con la poshistoria de la aventura cubista.
Los parques de Mejica para niños y adultos se caracterizan por sus diseños de intenso cromatismo, sentido lúdico, espíritu de humor... en suma de inspiración poderosa. Sus exposiciones constituyen un gran alarde de instalación y montaje. Entre sus obras, la “Musa de los silbos”, proyecto de escultura sonora para el segundo mirador de la playa de Navia; el “Cuélebre de El Situ” para Pola de Laviana; el parque infantil “Primeras Letras “Doña Sara” en El Espín, Coaña, etc. Pareciera que la imaginación de este creador no acabara nunca-
Intelectual que va de la pintura al urbanismo
Para Dolores R. Blanco, directora de la Fundación Mejica, la obra del artista “resulta extraordinariamente dinámica y sugerente. Después de la anterior monografía “Buscando la imagen de Europa. Entre bisontes y toros, escuchando los colores”, exponente de sus pinturas “mágicas”, así como de sus totémicos “assemblages” y “esculturos” se recogen aquí –en el libro- sus ulteriores evoluciones pictóricas, entre el “ojocentrismo” y el “neocubismo” –y sin olvidar sus “encuevados” o “prehistóricos”- también con atención al último giro de sus propuestas volumétricas, a saber, los “fondillones”.
“Nada más espiritual que el Arte, con sus alados verbos y sus mágicas representaciones, que los artistas rescatan del universo de los dioses para transitar a través de las culturas, a través del tiempo y de los espacios universales”, se dice en el epílogo. Juan Mejica es un artista plástico, pero, además, en el concurre su condición de intelectual que se manifiesta a través del binomio “reflexión-expresión” y todo ello se traduce en un manantial de propuestas que permiten acercarnos tanto a su creación pictórica como escultórica, al urbanismo y a la arquitectura, a la cerámica, y al diseño de joyas y vestuario. Un todo terreno versátil y proteico.