La exposición arranca con esta idea: aprovechar un momento único para volver sobre Matisse, un artista que cambió el lenguaje pictórico del siglo XX. El recorrido permite entender cómo se construye una mirada nueva y por qué Matisse sigue siendo un referente que aún dialoga con muchos creadores actuales.
La muestra permite seguir a Matisse desde sus inicios, como aprendiz en el taller del simbolista Gustave Moreau. De esa etapa queda la idea de que el artista no empezó como un revolucionario. Fue formándose dentro de la tradición, estudiando el color, la composición y el tema. Pero desde muy pronto buscó un camino propio.
Ese camino lo llevó al fauvismo, un movimiento que rompía con el uso tradicional del color. El grupo duró poco, pero tuvo un impacto enorme en la época. Matisse no se detuvo ahí. Exploró el retrato, el desnudo, el paisaje, la ornamentación, los interiores, los recortes de papel y los collages de su última etapa. Pocos artistas del siglo XX cambiaron tanto su forma de trabajar y mantuvieron al mismo tiempo una coherencia tan fuerte: la búsqueda de la armonía por medio del color.
La innovación también lo llevó a un diálogo permanente con Picasso. La relación entre ambos fue amistosa y competitiva a la vez. Compartían admiración mutua, pero también la necesidad de superarse el uno al otro. Picasso avanzó en el cubismo; Matisse profundizó en el color y la síntesis. Eran dos artistas muy distintos, pero ambos entendieron que el arte moderno era movimiento continuo.
La selección que presenta CaixaForum llega íntegramente del Centre Pompidou e incluye también obras de artistas contemporáneos que ayudan a situar la influencia de Matisse. No está aquí su obra más monumental ni sus cuadros más conocidos por el gran público. Pero la muestra está construida con una lógica clara: centrarse en la variedad y en el proceso. Esto permite ver a Matisse en formatos pequeños y medianos, más íntimos, más directos, donde se aprecia mejor su evolución .
La exposición está organizada cronológicamente y permite seguir paso a paso cómo el artista descubre, abandona y retoma caminos. Los primeros retratos muestran el peso del aprendizaje académico. Más adelante aparecen los experimentos con el color puro. Luego llegan las obras en las que elimina detalle y se queda solo con lo esencial. El visitante puede ver no solo lo que Matisse hizo, sino también lo que provocó en otros creadores del siglo XX.
El comisariado está hecho con rigor. La exposición no es una recopilación dispersa, sino un relato claro de cómo se construye un lenguaje artístico nuevo. La ausencia de grandes formatos no resta interés. Al contrario: permite observar de cerca cómo trabajaba Matisse, cómo pensaba y cómo corregía. La modernidad, que a veces parece un concepto abstracto, aquí se ve en trazos, en papeles, en pinceladas y en decisiones pequeñas que suman una transformación total.
Revisitar a Matisse en un momento como este tiene sentido. El arte contemporáneo vive una época de experimentación digital, instalaciones inmersivas y obras pensadas para redes sociales. Volver a Matisse es recordar lo esencial: color, composición, mirada. Su obra sigue viva porque su búsqueda constante de equilibrio, luz y simplicidad sigue influyendo en creadores actuales. Por eso esta oportunidad es relevante: por unas semanas, Madrid se convierte en una extensión del Pompidou. Para el público español, es una ocasión que no conviene dejar pasa
La muestra estará abierta en CaixaForum Madrid hasta el 22 de febrero de 2026. de 10:00 a 20:00 horas, todos los días.
La entrada cuesta 6 euros y se puede adquirir tanto en la web como en la taquilla del centro.