El tiempo importa, la Historia es necesaria. La veleña María Zambrano dejó por escrito una gran idea, tan humilde como noble: “La poesía unida a la realidad es la historia”. Su maestro, Ortega y Gasset, nos habló de dos patriotismos, a saber, el de los padres y el de los hijos, pasado y futuro respectivamente. Para Ortega, “el patriotismo verdadero es crítica de la tierra de los padres y construcción de la tierra de los hijos […] no sólo en cuanto a la carne, sino en cuanto al espíritu y al deber”.
Tantas ideas cruzadas confluyen en la Educación, clásico tema situado en el centro del debate intelectual español. Y la enseñanza de la historia es una cuestión no baladí, muy al contrario, reviste una gran relevancia presente. Lejos de glosar su situación desde un enfoque pesimista, motivos hay, quiero centrarme en un reciente ejemplo positivo para la Historia de Málaga y su divulgación. En junio de 2023 el humorista gráfico Ángel Idígoras presentó en la fachada norte del CEIP Pintor Denis Belgrano un gran mural sobre treinta y siete malagueños y malagueñas relevantes para nuestra sociedad. El primero y el último eran ficticios, pero abrigaban la tradición y el futuro, la alegoría inmemorial de los sabrosos espetos malacitanos y el porvenir representado por un niño. El resto conformaban una línea temporal en perfecta secuenciación cronológica, eje didáctico y de un gran impacto visual que integraba todos los tiempos, culturas, campos del saber y referentes de variada casuística desde una perspectiva tan acertada como cívica. Y, en feliz resolución, quedó fijado en un centro educativo que rememora a José Denis Belgrano, notable exponente de la decimonónica Escuela Malagueña de Pintura.
Las imágenes están dotadas de una gran significación. Desde el Antiguo Egipto, sino antes desde las pinturas paleolíticas, hasta la era digital convivimos con ellas en la vida cotidiana y respondemos poderosamente a su seducción. En este sentido, casi intemporal, que las calles y plazas de Málaga se llenen de imágenes culturales es un gran triunfo como sociedad y si, además, tienen un contenido histórico, permítaseme como historiador aplaudir la iniciativa privada que deviene en compromiso social.
El Soho y su ruta de graffitis fue un aldabonazo como barrio de las Artes populares, callejeras. Y lo hace hasta hoy en perfecta sintonía con la Málaga museística, complementariamente incluso. El Arte, como la Historia, no es un coto privativo elitista, sino que se debe a la sociedad de la cual emana y cobra sentido en su difusión. Así pues, divulgar nuestro milenario pasado a ojos vista de todos es un gran acierto. Los centros de interpretación que acompañan a yacimientos o lugares históricos son más que relevantes, baste citar el muy didáctico Museo de los Gálvez, en Macharaviaya. Que cunda el ejemplo, así como que proliferen las asociaciones culturales que defienden la conservación y el uso del patrimonio local, desde las chimeneas de la Málaga protoindustrial hasta la singularidad del cementerio inglés. La nómina es rica por diversa.
En el discurso de Fin de Año, nuestro alcalde resaltó la pujanza de Málaga como una ciudad “deseada, reconocida y prestigiosa”. Cuánto lícito orgullo para boquerones y foráneos, todos ya malagueños. Esta tierra de acogimiento no podría tener un blasón mayor que la integración de diferentes. El mural de Idígoras nos demuestra que no es cosa del presente, sino que así fue siempre. Ahí radica su importancia para quien quiera observarlo. El malagueño que nació enfrente del mar o la que vino de Granada o Almería, o quienes llegados de allende el Océano conviven con nosotros, ayer, hoy y mañana, son de Málaga. El hispanista Gerald Brenan tuvo gran tino al escribir que para un español la patria chica era su principal referente, casi atávico.
Somos nuestra historia y lo que construyamos entre todos en 2024 dirá mucho de nosotros el día de mañana. Santayana sentenció que la historia no es sino una memoria reforzada y registrada, y que “el patriotismo es una pasión imaginativa” contraria al egoísmo. Queda mucho hecho al cerrarse el espléndido año 2023, cada cual tendrá su motivo personal, como yo mismo tengo el mío. El nuevo año promete otras entrañables alegrías personales, también colectivas si remamos en la misma dirección como hasta aquí: ¡Vamos Málaga!
(Enviado por José Antonio Sierra)
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