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Almirante Antequera, el primer marino que dio la Vuelta al Mundo en un acorazado
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Almirante Antequera, el primer marino que dio la Vuelta al Mundo en un acorazado

Por Julia Sáez-Angulo
lunes 05 de junio de 2023, 00:05h

04JUN23 – MADRID.- Juan Bautista Antequera y Bobadilla de Eslava nace el 1 de junio de 1823, hace por lo tanto dos siglos por estas fechas, en el municipio canario de San Cristóbal de la Laguna, de una familia proveniente de la bonita población manchega de Villanueva de los Infantes. Es su padre el infanteño Juan Bautista Antequera, nombrado por la reina Isabel II intendente de las Islas Canarias, en las que introduce el cultivo del insecto de la cochinilla para la importante industria de los tintes, que sigue siendo, al día de hoy, una de las principales de las islas.

Almirante Antequera, el primer marino que dio la Vuelta al Mundo en un acorazado

A los quince años de edad, como es lo normal en la época, ingresa en la Escuela de Guardiamarinas de Cádiz. Y con apenas veinte se halla ya en posesión de las dos medallas más importantes de las armas españolas, la Laureada de San Fernando y la Diadema Real de Marina, considerada la Laureada de los mares, por sendas acciones de mérito. Con apenas 22, se le encarga la delicada misión de obtener la libertad de unos españoles que tiene presos en la Argentina el despótico tirano Rosas, misión que cumplimenta a la perfección.

En 1851, participa en Cuba en varias operaciones contra la piratería, y sobre todo, contra el peligroso corsario y activista pro-norteamericano Narciso López, que será finalmente capturado, lo que le gana la cruz de Carlos III y el título de Benemérito de la Patria. Y tras la Guerra de Africa, en la que se pone a las órdenes del General O’Donnell, es ascendido a coronel con apenas 34 años de edad.

En 1866, ante la tensa situación por la que pasa una flota española destinada en el Pacífico en misión diplomática, es enviado al escenario como segundo jefe de la Fragata Numancia, uno de los primeros barcos acorazados del mundo, al mando de D. Casto Méndez Núñez. Tras cruzar el Estrecho de Magallanes y convertirse así la Numancia en el primer acorazado en aguas del Pacífico en toda la Historia, la flota hará frente a la alianza militar que han alcanzado Chile y Perú, en la que se denomina Guerra del Pacífico. Con el bombardeo de los puertos de Valparaíso y El Callao, se pone fin a las hostilidades, con una honrosa victoria española, que conmemoran calles y plazas madrileñas como “Abtao” o “Callao”, o el barrio de “Pacífico”.

Elevado a comandante de la Numancia al terminar la campaña, Antequera recibe la orden de continuar su singladura por el Pacífico para volver a España, convirtiéndose así en el primer hombre en dar una vuelta al mundo en un barco acorazado, hazaña por la que recibe un lema que reza así: “In loricata nave primus circundedisti me”, “En nave acorazada fuiste el primero en darme la vuelta”, que es el mismo que el Emperador Carlos V concediera en su día al gran Juan Sebastián Elcano, pero con el añadido “In loricata nave”, “en nave acorazada”.

En 1868, en los tiempos convulsos de la llamada Revolución Gloriosa que depone a la reina Isabel II, Antequera aborta un golpe republicano en Málaga, y a otro en Santa Pola. Asciende a contralmirante.

Durante el reinado de Amadeo de Saboya, toma posesión como Comandante General del Apostadero de Manila, que fortifica en previsión de los hechos que sucederán no tanto más tarde. Y en la Restauración, es nombrado dos veces Ministro de Marina en los gobiernos de Antonio Cánovas del Castillo. En ambas dimite por idéntica razón: el plan de flota que presenta para la defensa del Imperio Insular (Cuba, Puerto Rico y Filipinas), no le es aprobado por las Cortes. Durante su período al frente del Ministerio, funda la Revista General de Marina, que aún hoy se sigue publicando, el Servicio de Torpedos y la Escuela de Cartagena. Y pronostica en repetidas ocasiones los terribles eventos de 1898. Sólo a modo de ejemplo, en 1884, catorce años antes de que ocurran, lo hace con estas palabras: “¿Es posible que un país que tiene las necesidades de Cuba y Filipinas no tenga una escuadra acorazada, cuando la tiene hasta China? ¡Pues qué! ¿se puede seguir así ni un minuto más? ¿Se oculta esto a los señores diputados? ¿No es patente como la luz del día?”. Es ascendido a vicealmirante, por cierto, una vez finalizado su período como ministro, pues mientras lo fue, y a pesar de que le tocaba por ley, se negó a firmar su propio nombramiento.

En 1885 se produce el llamado Conflicto de las Carolinas. La Alemania de Bismarck reclama las españolas islas Carolinas en el Pacífico. Se prepara para su defensa una flota de seis barcos, la cual es encomendada a Antequera. Ante la posibilidad de que los alemanes, en vez de atacar en el Pacífico, lo hicieran en Baleares, para proceder así, después, a un intercambio de islas, Antequera fortifica eficazmente las islas mediterráneas. Al final, un laudo arbitral del Papa León XIII, que reconoce la soberanía española de las Carolinas, pero otorga las Marshall a los alemanes, evita la guerra.

Juan Bautista Antequera morirá el 16 de mayo de 1890, a la edad de 66 años. En su entierro el Gobierno le rinde honores de almirante con mando de Escuadra. Deja esposa, Atanasia Angosto, con la que, absorbido, como se hallaba, en el servicio de la patria, no contrae nupcias sino con 59 años, lo que no será óbice para tener una nutrida descendencia de cuatro hijos, un Juan Bautista prematuramente muerto, otro Juan Bautista, Rosario y Luisa.

Se halla enterrado en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando, en Cádiz, junto con grandes marinos como Jorge Juan, Gravina, Churruca, Ruiz de Apodaca o su gran amigo Méndez Núñez. En agradecimiento a sus servicios, la Reina Regente María Cristina otorga a su hijo Juan Bautista el título de Conde de Santa Pola, la ciudad en la que el Almirante abortara en su día un golpe de estado. En 1906, Benito Pérez Galdós dedica uno de sus Episodios Nacionales a “La vuelta al mundo en la Numancia”. La Armada dará el nombre de “Almirante Antequera” a un destructor que será botado en 1930. En Santa Cruz de Tenerife una estatua y una calle conmemoran su figura, y en la isla de Tenerife, lo hacen también una playa, por cierto la más bonita de la isla, y una bahía.

La Patria agradecida, celebra su bicentenario.

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