Nuestro autor, que comentamos, publicó, con su nombre, el primero artículo en el Diario de Granada, titulado Primer manual, viernes, 07 mayo de 1982. Este ha pasado por ser su primer escrito público, y, supongo que le tendría un especial amor. Él, narra, si mi memoria no me falla, que antes de este hubo otro, que firmó con seudónimo, no sé si Neira o Niera, o algo semejante, pero, diríamos que éste es su bautismo.
Me imagino y supongo, lo contento y alegre que estaría, supongo y me imagino, que estaría esperando el día de su publicación, me imagino y supongo que lo leería varias veces, me imagino y supongo que encontraría errores de concepto y de forma ya publicado, me imagino y supongo…
En otro lugar, en otro artículo, muy posterior a este, o en una entrevista, no recuerdo bien, narra y cuenta, que llegó a Granada, si mi memoria no me falla, Gimferrer, y, que unos amigos, le dieron al gran poeta y crítico de esta Piel de Toro, libros de varios autores granadinos, y, uno de ellos, fue una acumulación-colección-bodega de artículos de Muñoz Molina, entre otros, supongo que iría este que estamos comentando. Y, si me recuerdo no me falla, parece ser, que al crítico catalán, le gustó, este nuevo e incipiente y desconocido autor. Cuenta Molina, qué habría pasado de él, como escritor y como persona, si no hubiese tenido esa suerte o azar o causalidad, de que Gimferrer se fijase en él. No recuerdo, ya, como se desarrolló la historia, y su primera novela, Beatus Ille… y, después el Premio Planeta, El Jinete Polaco, y, en qué y como intervino el vate catalán…
Pero esta es la realidad, estamos hablando del primer artículo –segundo, en sentido estricto- de este gran escritor, el primero con su nombre. Estamos hablando, del principio de la carrera de todo autor o de toda persona, cada uno en su oficio o profesión o vocación. Supongo, -le contesto a Muñoz Molina, aunque jamás él, leerá este artículo que le escribo en homenaje del columnismo y de su persona-, pues imagino que hubiese seguido ascendiendo en el organismo del Departamento de Cultura, no sé si del Ayuntamiento o de la Diputación, en el que ya trabajaba, y, quizás, quién sabe si hubiese llevado o empezado al mismo tiempo una vida pública a nivel político, de mayor o menor trascendencia, o, quién sabe si se hubiese incrustado en ser profesor. Pero de todos modos, habría continuado redactando páginas, que habrían tenido mayor o menor suerte, una publicación, por aquí y otra por allí. Quién sabe, si habría empezado el camino de tantos, de tantos de nosotros, que vivimos en el anonimato de la escritura, con algunos pequeños triunfos, y muchos, silencios y muchos desaires y muchas frustraciones y muchos fracasos…
El artículo es un texto, que en un pequeño recipiente y dosis, sintetiza, lo que el mismo autor, puede que en otro género, tarde una decena de páginas. Siempre se ha dicho que la columna periodística, de análisis o anglosajona, o de autor o hispánica, es una cosa como el papel de estraza o de periódico, usar y tirar. Pero existe un tanto por ciento, que si se tuviese la voluntad, y el esfuerzo de muchos, podrían ser columnas clásicas y casi eternas, de generación en generación. Porque nos ofrecen, análisis de enorme importancia.
Hace unas semanas, leí y releí, una columna de Ansón sobre la guerra de Vietnam, además numerando los párrafos, una columna, no recuerdo la fecha de publicación original, de hacia los años setenta, es decir, cinco décadas, todavía ofrece análisis pertinentes y profundos, artículo que podría valer para tantos conflictos que después se han ido desarrollando, o, que están en la boca de Europa, de la Europa de hoy…
¿Qué es un escritor, qué es un escritor que empieza, qué es un escritor, que puede llevar con él/ella ese sueño durante años y años, incluso aunque sea joven? (Aplicada esta pregunta, a toda persona, de cualquier oficio manual o industrial o liberal o vocacional o religioso o artístico). Lo centra este artículo, nuestro autor, en una serie que tituló los Robinsones urbanos, título con tantas connotaciones literarias, que no es necesario mencionar, y, que usted lector/a reconocerá.
Pero, un escritor en las grandes ciudades del mundo, o de este viñar-lagar-bodega que denominamos España, que exista en Granada, Madrid, Barcelona, Bilbao y otras docenas de ellas, parece que tiene más pedigrí. Pero también existen escritores y aprendices de escritores y escribientes y polígrafos, en cualquier lugar de este mundo. Que también, tuvieron la experiencia y la esperanza del primer libro publicado, autoeditado, o por alguna entidad privada o pública, del primer artículo en letras de imprenta…
Nunca he deseado entrar en las guerras literarias entre los escritores, quizás, eso me ha llevado a apartarme, de todos esos bandos y banderías. Que tanto se ofrecen aquí/allí, antes/ahora/después, hice et nunc, no sé, si en otros territorios fuera de esta península ibérica, aquí, desde el siglo de oro, que todos sabemos. No es ese mi caso. Pienso que la biología, muestra y demuestra, muchas especies en un mismo nicho ecológico. Creo que los intelectuales y escritores pueden vivir y sobrevivir cada uno con su estilo…
Por tanto, aunque Muñoz Molina, es de mi mismo tiempo, o similar, y, y él ha triunfado como escritor, y, yo, he fracasado como escritor. Ambas afirmaciones son verdaderas, yo me alegro por él, yo le ofrezco aquí mi modesto homenaje a su articulismo, que es lo que comentamos, y a su literatura, ambas cosas van unidas. Hoy, reitero la necesidad de leer/releer artículos literarios periodísticos de distintos autores/as, de leer/releer a Muñoz Molina…
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