Durante siglos el comercio del pistacho generaba grandes riquezas y con los años, fue extendiéndose por toda Europa, pero fue al norte de los Alpes donde mejor lo supieron apreciar, incorporándolo como un caro condimento en pastelería.
En la actualidad la mayoría de los cultivos en estos países son herencia de siglos pasados, y por tanto se trata de plantaciones muy rudimentarias, con escasa o nula inversión en mejora de las mismas.
Alrededor de 1930, y después de que le botánico estadounidense Willinam E. Whitehouse reconociese la idoneidad de los terrenos de California para la plantación del pistacho, se plantaron diversas variedades de estos frutos secos proveniente de Irán. Sólo una de ellas sobrevivió y fue bautizada como “Kermán”.
Sobre la década de los 60, en Estados Unidos comenzó este tipo de fruto en la zona suroeste del estado californiano y posteriormente siguieron otros estados, Arizona y Nuevo México. Se trata de los primeros arranques de la industria del pistacho estadounidense, “American Pistachos Growers”.
En 1976 fue cuando se comenzó la producción masiva de este producto empezando a escala nacional y luego más tarde a la exportación del producto.
Como distinguir un pistacho americano
Como bien dijimos anteriormente los países principales productores son Estados Unidos, Irán y Turquía pero todos ellos son diferentes por tamaño, fruto más verde y por el color de su cáscara que es más blanquecina en comparación a sus hermanos.
En la familia de pistachos tienen que haber cultivares femeninos y masculinos. Los primeros proporcionan los frutos (pistachos) y los segundos, también llamados polinizadores o machos y son los que producen el polen.
Todos los cultivares poseen un determinado porcentaje de frutos abiertos y vacíos de forma natural en el árbol. De cara a una buena comercialización, la primera característica es positiva y la segunda negativa. Si bien la dehiscencia y la aparición de frutos vacíos tiene una predominante connotación genética, un abonado y un rego racional pueden incidir positivamente en la obtención de un mayor porcentaje de frutos llenos y abiertos.
Los cultivares femeninos son; Kerman, Mateur, Lárnaca, Aegina y los cutivares masculinos Peters (Peter)muy usado en Fresno, California durante la época de floración del kerme y por último el C-Especial.
49 es el número de los pistachos.
Según los expertos en nutrición, comer 49 pistachos (= 35 gramos ) al día favorece la salud integral de la persona, aportándole proteínas, vitaminas y otros nutrientes esenciales para el buen funcionamiento del organismo.
Gracias a sus 18 nutrientes el pistacho cuida de nuestros órganos, huesos y músculos y juega un papel importante en la prevención de enfermedades.
Reduce la mortalidad total y por causa específicas. Reduce el riesgo de sufrir patologías cardiovasculares, su contenido en fitoesteroles, arginina, resveratrol y luteína ayuda a regular la hipertensión arterial, reduce el colesterol, controla el peso, reduce la diabetes y evita la diabetes gestacional, disminuye el estrés, combate la función eréctil, mejoran la visión. Su consumo se ha asociado con una menor incidencia de cataratas, degeneración macular y pérdida de visión, así como una buena percepción visual nocturna.
Pistacho y el Deporte.
Son recomendables comerlos antes de realizar ejercicio como lo que comemos después, por lo que elegir los alimentos adecuados se convierte en una tarea fundamental para la persona que entrena.
El pistacho es una fuente de energía y micronutrientes ofreciendo grandes beneficios siendo una fuente de grasas saludables, vitamina B1 o tiamina y vitamina B6 o piroxina, Proteinas vegetales de buen valor biológico.
Mejorando el rendimiento físico por eso se recomienda consumir 49 unidades al día, lo que corresponde con unos 35 gramos si no tienen cascara. Es mejor comer pistachos sin sal, de esa manera evitamos el exceso de sodio en nuestro organismo, el cual restaría beneficios a este fruto seco.
Barrita de frutas y Pistachos sin gluten
Por Carol Kicinski
Ingredientes (para 24 barritas):
250 gramos de pistachos tostados
285 gramos de almendras crudas
144 gramos de semillas de sésamo
120 gramos de orejones de albaricoque 120 gramos de cerezas secas 110 ml de aceite de girasol
6 cucharadas de sirope de agave o miel Una pizca de sal
Instrucciones
Precalentar el horno a 180o. Cubrir un molde de 20x30cm con papel de horno, dejando que el papel sobresalga unos 5 cm de cada lado.
Colocar las almendras y las semillas de sésamo en placas de horno diferentes. Tostar las almendras y las semillas de sésamo hasta que estén tibias, ligeramente tostadas y aromáticas – unos 10 minutos para las almendras y 5 o 6 para las semillas de sésamo. Vigilar que no se quemen. Dejar enfriar ligeramente.
Meter los pistachos en un robot de cocina y triturar hasta que estén en trozos pequeños. Añadir las almendras, los orejones, las cerezas secas y la sal y procesar hasta que se unan en una bola pegajosa. Añadir el aceite y el agave o miel y procesar hasta conseguir una masa espesa.
Presionar la masa en el molde preparado de manera firme e igual. Guardar en la nevera hasta que esté frío y firme, sobre 1 hora. Retirar el papel de horno con la masa del molde y cortar en 24 barras.
Si (
No(
