El análisis es el siguiente: La pérdida del sentido de lo sagrado, llegando la navidad, la prdida de ese sentido, la llegada a éste mundo del Hijo de Dios en carne mortal, bajo la carne de un niño; la evaporación pasado el Renacimiento de la acendrada fe de los hombres medievales, esa oscura Edad Media tan denigrada pero que sin embargo poseía el sentido de lo sagrado, del Santo Grial y de los Santos Lugares a reconquistar, la oscura edad media constructora de las Catedrales en la vieja Europa, con el Renacimiento y la Ilustración, con Descartes y después con Lutero y Calvino dieron la puntilla a la fe inocente y maravillosa de aquellos hombres y mujeres, desparecidos con ellos el sentido de lo sagrado, solo queda la bazofia, “la sociedad de consumo” que nos consume con las compras sin sentido y lo que es peor “con la obligación de ser felices”. Nada hay más nefasto y destructivo que la necesidad de ser felices cuando no lo puedes ser, y esa es la causa profunda de por qué se depriman mucho más los depresivos crónicos y se ponen todos malísimos y a la vez.
“Sé feliz porque llega la Navidad”. Horror de horres y si no puedes ser feliz, ¿qué haces?. Que se lo pregunten a Verónica que te lo va a contestar desde el otro mundo. Ella no era feliz, no lo podía ser y esa pudo ser la puntilla. Créanme, que hablo sobre hipótesis, no tengo la respuesta segura para nada ni para nadie.
La vida humana es una sucesión de rachas terribles seguidas de treguas, es lo que yo llamo “desafíos” y treguas o zonas de descanso. De ahí lo arriesgado y delicado de escribir sobre todo esto. Hasta mi vida actual, mi realización personal, la conciencia de mis limitaciones y su aceptación, pueden constituir una tregua más entre dos tsunamis, entre dos rachas nefastas.
¡Que Dios nos coja confesados, dice el salmista, y yo repito esta oración, este mantra por los siglos de los siglos!