Los Arcanos Mayores

25MAY21.- Abandonó el amplio ascensor un tanto contrariado. Mientras permanecían en su interior sintió las encendidas miradas masculinas, posándose sin recato sobre su prometida, mientras las mujeres la evaluaban de reojo, en un gesto cargado de envidia. Ella –una trigueña de ojos oscuros y formas voluptuosas, donde el busto ocupaba un lugar manifiesto y preponderante– era una joven que llamaba la atención aún sin proponérselo. Quizá debido a que, en el lugar, predominaban las pieles albas y los ojos claros.

Ambos cumplían funciones en el mismo edificio del distrito financiero neoyorkino, aunque en distintos departamentos comerciales.

Olvidando el descaro de sus congéneres, volvió a rememorar los dichos de su pareja. Después de intentar restarle importancia a sus prácticas, mofándose de las muchas y tan diversas artes adivinatorias que ella tanto gustaba de consultar –angustiada de seguro por el presuroso paso del tiempo, los extraños avatares del destino y otros imponderables propios de las ciencias astrales– había terminado escuchando por cansancio sus disparatadas aprensiones. En esta ocasión se trataba del tarot.

La cartomancia, usada en sus medievales inicios con fines filosóficos y con propósitos premonitorios después, recomendaba ahora, a través de una tarotista de reconocido prestigio: “lejanía, distancia entre enamorados”. La profética exhortación, hacía hincapié en una fecha determinada.

La muchacha había confirmado, en sucesivas consultas a la clarividente y sus ajadas barajas, que el arcano cinco, El Papa o Hierofante –mediador entre lo humano y lo divino–, insistía en esa distancia. Avalado todo ello por el arcano número seis, el de Los Amantes, o Los Enamorados, quienes venía a simbolizar una simple elección de camino pero que, al presentarse invertido, auguraba: “amor desgraciado, desdicha”.

Que, en una tirada a tres cartas, donde la adivina viera el pasado, presente, y futuro de ambos, confluyeron El Mago, La Rueda de la Fortuna y La Muerte. Estos arcanos mayores, correspondiendo al uno, diez y trece, aparecían confabulados incidiendo en los vaivenes de sus vidas, así como en ciertos riesgos e imprevistos de las mismas. En una posterior tirada en cruz, la Madame confirmaba estos primigenios augurios, dejando de manifiesto que esta lejanía debía ser efectiva. El Carro, o arcano número siete, en un extremo, y La Torre, o Casa de Dios con el número dieciséis, en el otro, no dejaban lugar a dudas. Estar juntos o siquiera encontrarse, en la fecha señalada, podría derivar en nefastas consecuencias.

Esa noche, ella lo llamó – atacada ahora de una súbita gripe– intentando convencerlo de la legitimidad de tales presagios.

Él luchó, a través del auricular, por tratar el asunto con un nivel de mesura aceptable, pero al colgar acabó sintiéndose víctima de los absurdos enunciados esotéricos, de la joven.

Para dicha de ella, el destino, encarnado en la adiposa contextura del gerente del área comercial, vino a dar solución a su crisis existencial.

El obeso ejecutivo, ajeno a todo sibilino designio, la comisionaba para cumplir una importante misión, que implicaba ausentarse tres días de la ciudad. Uno de ellos -precisamente el del viaje– era el agorero día mencionado por las cartas. Como aún no vivían juntos, y debía partir muy temprano, no iba a encontrarse con su novio durante esa jornada.

De ese modo y para tranquilidad de la muchacha, las circunstancias laborales le proporcionaban una salida.

Esa tarde, cuando se despidieron, ella lucía ya ese aire animoso de los viajeros, que unido al alivio experimentado por la alternativa salvadora, ponía un aire de relajo en su semblante.

A la mañana siguiente, muy temprano, cuando él subió al ascensor, algunas miradas masculinas lo siguieron por unos segundos, extrañados y hasta contrariados de verlo solo, para enseguida recuperar la usual frialdad de su compostura.

Sentado en su módulo de trabajo, cercano a uno de los grandes ventanales del piso ochenta del rascacielos, consultó su reloj. Las manecillas señalaban las 08.00 A.M. El avión de su prometida debía estar despegando ya.

No pudo evitar una sonrisa al recordar la compleja telaraña de ciencias cabalísticas en que su novia se debatiera. Él, por no desautorizarla, estuvo a punto de ser atrapado en su intrincada red de supersticiones.

Permanecer juntos, o encontrarse, ese día –según pronosticaban el tarot– podía tener trágicas consecuencias.

Mientras el avión tomaba posición, en el cabezal de la pista, la advertencia de las cartas, perdía importancia para ella. El oscuro presagio había sido exorcizado. Gracias a una comisión de servicio, permanecerían distantes durante esa jornada.

Por la inclinación del asiento, ella dedujo que el avión aún no alcanzaba nivel de crucero. Inclusive, en algún momento, le pareció que el aparato iniciaba un lento y amplio giro, pero luego de dar un vistazo por la ventana, dejó de prestar atención arrellanándose en su butaca, satisfecha.

Claro ¿Cómo podría ninguna fuerza, o circunstancia, juntarlos ahora, exponiéndolos a un destino trágico, si ella se encontraba en el vuelo 11 de American Airlines, rumbo a Los Ángeles, en tanto él se hallaba trabajando en sus oficinas de la torre norte del World Trade Center, ese 11 de septiembre?

* Carlos Morales Fredes – Es un poeta, narrador, cronista, (1951) chileno, residente en la ciudad de Arica, en el extremo norte de Chile. Es socio fundador del Club de Lectura “Cuenta conmigo”. Columnista del periódico ariqueño “La Estrella De Arica", periódico en el que ha conseguido ser el columnistas más leído. Primer premio regional en poesía (1986). Premio especial prosa en concurso nacional de Empresas Denham (2008). Obtuvo en dos oportunidades el “Premio a la creación” del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes con sus obras “Ausenciando”, (cuentos, 2008) y “De Corín Tellado y otras novelas de bolsillo”, (novela, 2015). Es autor de “Crónicas de aeropuerto”, “El resucitador en serie”. Ha participado en numerosas Antologías: “Avisos desclasificados Vol. I”, “La Nueva Nortinidad”, “Catálogo de Escritores de Arica y Parinacota”, (Cinosargo). “Identidad y Pertenencia”, “Muestra Literaria de escritores de Arica y Parinacota”, (Cinosargo), “Antología De Los Extremos De Chile”, Arica–Parinacota, Magallanes–Antártica. Antología de escritores de Arica–Antofagasta, “Antología del Cuento Chileno vol. II”, (Mago Editores), 2016, “Los Diez Mejores Cuentos de Arica–Parinacota” (2018), Antología Binacional Arica–Parinacota, Chile. Madrid–Valencia, España. Su obra “De Corín Tellado y otras Novelas de Bolsillo”, ha sido incorporada por la Doctora Soledad Maldonado Zedano, a su cátedra en la Universidad San Agustín, Arequipa, Perú. (2019)