02SEP19.- El final de las vacaciones, la vuelta a casa de la playa, para mí siempre es alegre también. Ocurren cosas de lo más variopintas y guays.
Este año mis amigas se empeñan en buscarme novio formal. Como si no supieran que yo puedo encontrarlos por mí sola. Pero es una excusa, por supuesto, para salir a los pubs nada más volver de la playa y alternar con tíos.
Una amiga insiste en presentarme a su primo, para reírse. Es un lelo que se pasa la vida estudiando y se cree que así va a conseguir algo. En el pub está como un gusano en un museo, ni baila ni nada, las manos en los bolsillos. Mi amiga es muy mala.
─Carla, éste es mi primo Rubén.
Decido llamarle de usted para seguir la broma.
─Hola, señor Rubén, ¿cómo le va?
─Puedes tutearme, preciosa.
─¿”Puedes putearme”, has dicho?
Mis amigas se echan a reír y no paran. Son las ganas, las muchas cervezas.
Rubén se retira cabizbajo (¿me da pena?). Seguro que ha decidido que lo suyo son los libros, y que no volverá a una discoteca en diez años por lo menos.
Nosotras seguimos bebiendo, bailando y camelando tíos.