Cinco días después del triunfo del Brexit, el Consejo Musulmán del Reino Unido informaba sobre más de cien ataques xenófobos. En la primera semana, según la Policía Británica, se incremento en un 57 % el número de denuncias por crímenes racistas; la media era 38 %.
Esta tendencia sigue en aumento y comienza a preocupar. “Voy a matar a todos los musulmanes”, gritó Darren Osborne, un británico que a bordo de una furgoneta se abalanzó, en la madrugada de lunes, contra un grupo de personas que salían después del rezo del Ramadán de la Muslim Welfare House, una de las mezquitas ubicadas en Finsbury Park, norte de Londres.
El atacante, de 47 años, mató a una persona y dejó una decena de heridos. “Pero a él no se le señala como terrorista porque atacó a musulmanes”, se quejaba Mahmoud, un joven de 30 años, quien lo resumió así: “La acción contra los fieles de la mezquita de Finsbury Park es la prueba de la satanización que se ha hecho de la comunidad musulmana”.
Según la organización Tell Mama, una mezquita es atacada cada dos semanas en Reino Unido. “Estamos en una situación horrible: si se comete un ataque terrorista, comienzas a ser señalado y te gritan cosas en la calle, pero ahora también somos blanco de los ataques. Es horrible”, dice Rama, una joven musulmana que ha sido blanco de insultos por usar el niqab, el velo musulmán que cubre sólo la cabeza.
Sadiq Khan, el primer alcalde musulmán de Londres, lo denunció hace varios meses. Dijo que los incidentes relacionados con la islamofobia son cada vez más frecuentes en la capital británica y, lo más grave, cuando hay un atentado como el ocurrido en el puente de Westminster y el mercado de Borough la situación empeora.
Según cifras oficiales, después del 3 de junio, día del ataque al mercado de Borough, se presentaron 20 denuncias diarias por ataques contra musulmanes; el promedio era de 3,5 por día.
En Manchester, tras el atentado en el concierto de Ariana Grande, los colegios con muchos estudiantes musulmanes les pidieron a los alumnos que fueran en grupo y no tomaran el transporte público. Tenían registros de que varias estudiantes insultadas o escupidas en la calle y los buses por el simple hecho de llevar velo.
Cage, una asociación musulmana de defensa de los derechos humanos, denunció “el aumento desenfrenado de la islamofobia”.
La primera ministra, Theresa May, también habló: “El atentado es un recordatorio de que el terrorismo, el extremismo y el odio adoptan muchas formas y nuestra determinación a la hora de combatirlos debe ser la misma, sea quien sea el responsable (…) Ha habido demasiada tolerancia con el extremismo en este país, incluyendo la islamofobia”.
La organización Hope alertó de que “el Reino Unido está entrando en un ciclo de violencia sin sentido... donde los extremos se alimentan unos de otros y un ataque terrorista propulsa otro de iguales condiciones”.
El comandante de la policía antiterrorista, Neil Basu, confirmó que todas las víctimas de este lunes pertenecían a la comunidad musulmana. Y pidió paciencia, porque los servicios de emergencia están al límite. En apenas tres meses, Londres ha sufrido tres atentados y un incendio colosal en un bloque de viviendas sociales, que, combinados, han dejado decenas de muertos y heridos.
Se duplican
ONG y asociaciones humanitarias atribuyen el aumento de ataques a la normalización de la xenofobia y a las medidas antiinmigración en el discurso político británico. Alertan de que la policía está preparándose para un nuevo repunte en el número de delitos de odio, porque May ya activó las negociaciones para salir de la Unión Europea.
No obstante, la incertidumbre respecto al resultado de las negociaciones no desaparece en Bruselas, después de que la primera ministra británica perdiera su mayoría parlamentaria en las elecciones del 8 de junio.
May pasó meses insistiendo en que nada frenaría su intención de reducir la inmigración y que estaba dispuesta a dejar el mercado único europeo, la unión aduanera y todas las instituciones europeas, con tal de controlar sus fronteras.
La situación es compleja
De acuerdo con datos oficiales, el número de musulmanes en el Reino Unido se ha duplicado en una década. Según un estudio del Consejo Musulmán Británico (MCB), la población ha pasado de 1,5 a 2,7 millones y llega ya al 5 %, sin contar los 77.000 musulmanes censados en Escocia y más de 3.000 en Irlanda del Norte.
En Londres, por ejemplo, los musulmanes superan el 10 % de la población (un millón). En los barrios periféricos de Birmingham, Bradford, Mánchester o Leicester, los musulmanes superan el 25 % del censo. La mayoría de esta comunidad es pobre, está desempleada, divorciada y tiene fuertes situaciones de desarraigo social. La mitad de musulmanes registrados en el censo ha nacido en Gran Bretaña y el 75 % restante procede principalmente de Pakistán, Bangladés o Yemen.
Alemania es actualmente el país con mayor número de musulmanes, seguido por Francia y el Reino Unido. En el año 2050, sin embargo, el Reino Unido será el primero, según las previsiones del Pew Research Center.
El periódico The Guardian señala, sin embargo, que los británicos tienen la percepción de que los musulmanes son muchos más. “En mi barrio no hay ingleses, sólo musulmanes”, denunciaba Mary, una mujer de 60 años que vive en Londres.
Pero la desconfianza crece y en la mente de muchos británicos sólo están los atentados y los informes sobre los más de 500 británicos que luchan en las filas del Estado Islámico. No hay números que valgan, los británicos miran cada vez con más recelo a los inmigrantes y también a aquellos que, aun habiendo nacido en el Reino Unido, tienen otras costumbres.
“La comunidad de Finsbury Park es un grupo de personas muy tranquilas, que no son conocidas por la violencia. Nuestras mezquitas son increíblemente pacíficas y puedo asegurar que haremos todo lo que esté en nuestra mano para calmar cualquier tensión”, resaltó Mohammed Mahmoud, líder del centro Muslim Welfare House.