Una abrumadora mayoría en el Parlamento británico aprobó este miércoles la salida del Reino Unido de la Unión Europea: 498 votos a favor contra 114 (se necesitaban mínimo 384). Este resultado le permite al gobierno de Theresa May, ahora sí, comenzar el divorcio oficial del bloque. En junio pasado, los británicos habían apoyado la desunión a través de un referendo.
El Partido Conservador, que tiene las mayorías, se unió al partido Laborista para lograr esta votación. La Cámara baja votará la próxima semana. Se prevé un resultado similar. El Partido Nacionalista Escocés (que estaría impulsando un nuevo referendo para la independencia de su región) y los liberaldemócratas se mostraron en contra.
La decisión del Parlamento es producto de una sentencia del Tribunal Supremo del Reino Unido, que la semana pasada estipuló que el gobierno May debía consultar al Parlamento antes de activar el artículo 50 del Tratado de Lisboa, aquel en donde se especifica los pasos por seguir para retirarse del bloque europeo. May, entonces, se vio forzada a pasar por el Parlamento, cuyas mayorías ya habían anunciado que seguirían la decisión popular tomada durante el referendo. La separación comenzaría en marzo y terminaría en el mismo mes de 2019.
La verdadera preocupación de los británicos, sobre todo de los empresarios, es el modelo económico que fijará el Reino Unido tras su salida del bloque. Según declaraciones de May, su gobierno se saldría del Mercado Común, que ha sido el modelo continuo de las últimas décadas, y tomaría el control total de sus fronteras. La Unión Europea había advertido a May que si quería seguir en el comercio comunal su país debía seguir ciertas reglas de movimiento libre entre fronteras. May favorecería el control fronterizo severo (mcuhos de los votantes que apoyaron el Brexit alegaron que la inmigración estaba creando inseguridad y afectaba la calidad de los trabajos para los nativos) por encima del libre movimiento.