Los detenidos operaban a partir de "varios call center ubicados en chalés de lujo de Madrid, Barcelona y Alicante", y "ocasionaron un perjuicio económico que supera los 16.000.000 de euros a miles de víctimas de la República Popular China", detalla el texto.
"Estamos hablando de miles de ciudadanos chinos, principalmente familias humildes con escasos recursos económicos a los que les han robado sus pequeños ahorros, lo que ha motivado en algunos casos incluso algún episodio de suicidio", explicó a la prensa en Madrid el comisario de policía Eloy Quirós.
En la macrooperación participaron más de 600 agentes. El comunicado habla de una organización "con ramificaciones en varios países de los cinco continentes", sin dar más detalles.
Los empleados clandestinos de la organización criminal trabajaban con un gran secretismo, en "call centers" instalados en chalés de lujo muy discretos. Decenas de operadores telefoneaban "sin descanso", aplicando "un guión perfectamente definido" para engañar a sus víctimas.
Algunos de ellos se hacían pasar por vecinos, amigos o allegados de las personas a las que llamaban en China, y les advertían de que "se estaban produciendo muchas estafas en su entorno, en su barrio, etc, y que tuvieran cuidado", detalla el comunicado.
Luego, otros llamaban presentándose como policías, y le aseguraban a su interlocutor que iba a ser víctima, o que ya había sufrido una estafa. "Finalmente, un falso funcionario policial o judicial les pedía que ingresaran una cantidad de dinero en unas cuentas bancarias supuestamente controladas, con el objetivo de poder rastrear a los defraudadores", relata la policía española. Dichas cuentas, sin embargo, estaban controladas por "la organización criminal en paraísos fiscales".
Entre los más de 200 detenidos, ninguno tenía nacionalidad española, destacó el comisario Quirós, añadiendo que llegaron como turistas.
Los agentes efectuaron registros en unas veinte viviendas, y desmantelaron 13 "call centers", que funcionaban mediante el sistema IP (Internet protocol).