El debate de este lunes mostró a un Rivera nervioso, poco centrado en los temas e inseguro (muy inseguro) a la hora de citar fechas, cifras y cualquier otro asunto que no tuviera de antemano aprendido como un loro.
Sánchez, fiel a su actitud de las últimas semanas, un poco más de lo mismo como siempre, y recurriendo cada vez que podía a la "deuda histórica" que -según él- tiene este país con el PSOE por haber consolidado la democracia... se olvida este "muñeco de futbolín" que hoy mismo, al ciudadano que está en el paro, que no llega a fin de mes, que teme por su puesto de trabajo le importa nada (por no decir una mierda) lo que sucedió hace 30 o más años. El hombre de hoy día quiere soluciones concretas, programas y propuestas claras.
Iglesias fue -como es habitual en él-, una "maquina" con todos sus engranajes perfectamente engrasados especialmente, los mentales y cerebrales. Este hombre posee una lógica que resulta irrefutable... y donde rizó el rizo el hombre, fue en su intervención final cuando dispuso de su minuto para (de haber seguido la recomendación del moderador) "pedir el voto" a los televidentes. Lejos de seguir el ejemplo trasnochado de Rivera y Sánchez que si "cayeron" en esta vieja práctica, Iglesias prefirió sugerir que los votantes leyesen cada uno de los programas de gobierno que ofrece cada candidato y una vez examinados, decidieran u optaran por el que les parecía mejor.
No hubo ninguna duda: Iglesias ganó este debate por aplastante mayoría porque de los tres participantes el único que realmente sabe donde quiere ir, es él.
Estoy convencido que pese a las fuertes críticas que está recibiendo MR por su miedo a enfrentarse a la juventud y frescura de estos tres políticos, en el fondo el hombre habrá dado un tremendo suspiro de alivio. En esa "partida" MR estaba "bajo la apertura" y su figura habría salido peor parada aún de lo que ya está.