Era perfectamente consciente de que sufría una enfermedad de transmisión sexual. Aun así, la noche de Navidad, comenzó una relación sentimental que se prolongó durante tres meses. En ese tiempo, según el Ministerio Público, el portador del VIH nunca le comunicó a su pareja que padecía la infección. Es más, mantuvo “múltiples contactos sexuales con ella” y “nunca utilizó preservativo”.
Apenas un mes después de que comenzara la relación entre ambos, la mujer se empezó a sentir mal. Fue al médico con un cuadro de fiebre y adenopatías cervicales. El facultativo le mandó antibióticos y ella comenzó a mejorar, aunque muy levemente. Fue entonces cuando, ante la falta de reacción al tratamiento, el doctor ordenó realizarle la prueba del VIH. Ella ni siquiera podía imaginar que su novio fuera portador del sida, como expresa ahora la propia Fiscalía en su escrito de acusación contra Iván, y menos aún que se lo hubiera contagiado.
Pero los hechos confirmaron lo peor. Las pruebas realizadas el 19 y el 22 de febrero dieron positivo. La chica empezó tratamiento en el mismo Servicio de Medicina Interna que su pareja, no sin antes cortar su relación con él, y automáticamente sufrió una depresión, como cuenta la Fiscalía, que detalla que la joven muestra una “preocupación constante y rumiativa e hipervigilancia cognitiva hacia posibles riesgos y peligros relacionados con el acontecimiento traumático perturbador sufrido”.
Según el Ministerio Público –que pide 11 años de prisión para el acusado, una indemnización de 100.000 euros y la prohibición de acercarse a la víctima durante 18 años–, la paciente está desesperada, tiene problemas de concentración, alteraciones del sueño, tristeza y “pérdida de interés en las actividades cotidianas que antes disfrutaba”. El juicio contra Iván tendrá lugar el próximo lunes en la Audiencia Provincial de Madrid.
FUENTE: ELCONFIDENCIAL.COM - Roberto R. Ballesteros - 09/01/2015