José María Calvo es doctor en filosofía y licenciado en psicología. Tiene un master en Educación por la Universidad de Montclair (Estados Unidos) de la que fue profesor. Es escritor y conferenciante habitual.
Los diez capítulos del libro hablan de: ¿En qué consiste la vida buena?; Ser tú mismo: siente, piensa, vive a tope; ¿Quienes somos?; Yo con otros; Ningún tiempo pasado fue mejor (ni peor); Vivo en el mundo; Pienso y siento; Las tres inteligencias; ¿Qué es la inteligencia moral?, y El amor como poder transformador. Familia, pareja, amigos.
En la lectura de estos textos se adivina el conocimiento y diálogo previo del autor J.M. Calvo, con Platón, Sócrates, Descartes, Pascal, Bertrand Russell, el ratio-vitalismo de Ortega y Gasset, Unamuno y otros.
Una lectura sólida de los filósofos que nos precedieron y en los que se asienta el conocimiento y el pensamiento. Un cordón umbilical sin solución de continuidad porque se prolonga en el tiempo.
Pensamiento con los poetas
Los poetas también son filósofos al ser capaces de ver, en un vuelo rápido e intuitivo, con un juego asombroso de las palabras, una verdad que ayuda al ser humano a pensar y a hacerla suya. Todos somos hijos de quienes nos precedieron en la sabiduría. “Nunca es demasiado tarde para ser lo que quieres ser” dice G. Eliot y el autor de “Filosofía para caminantes” nos lo recuerda.
En una cita de Russell se dice que “El secreto de la felicidad es éste: que tus intereses sean lo más amplios posibles, y que tus reacciones hacia otras cosas y personas, sean amistosas, en vez de hostiles”. Un buen consejo.
“El camino de la felicidad no está en renunciar a tu personalidad, sino en su desarrollo, y la superación de todo egoísmo”, decía Hermann Hesse, un escritor que tuvo su conducta egoísta de abandonar a su familia para dedicarse por entero a la escritura en Suiza, buscando un mecenas que le ofreciera sustento y cobijo. Las contradicciones del hombre no anulan el pensamiento de sus máximas.
Buscando la mesura J.M. Calvo recuerda con Plutarco que “no debo abusar y debo dejarte con apetito, en lugar de saciarte, porque incluso los libros más excelentes pueden aburrir al lector”. “Filosofía para caminantes” no defrauda por su amenidad e interés. Su volumen es el adecuado para leerlo en cualquier lugar y para guardarlo como libro de consulta periódica.