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A cargo de un equipo multidisciplinar internacional y las más modernas técnicas de espectrometría

El Museo de América analiza el estado de conservación de los códices maya y mexica, joyas de su colección

El Museo de América analiza el estado de conservación de los códices maya y mexica, joyas de su colección

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h

Dos de las joyas más significativas de las colecciones del Museo, los códices Tro-Cortesiano (maya) y Tudela (mexica), se están analizando por un equipo multidisciplinar internacional, que trabaja con las más modernas técnicas de investigación. 

 

La investigación se inscribe en el marco del proyecto CHARISMA, en el programa MOLAB, del Departamento de Química de la Universidad de Perugia, que son los promotores de este proyecto de investigación en el que se integran un equipo de conservadores del Museo de América, y americanistas de la Universidad Complutense de Madrid y de la Universidad de Bolonia.

 

En Mesoamérica, las culturas mayas y azteca realizaron libros ilustrados en donde se registraban, por medio de jeroglíficos e ideogramas, la historia de cada pueblo, sus genealogías, los sucesos más relevantes, las ceremonias religiosas y rituales, los conocimientos astronómicos y calendáricos, las cuestiones geográficas relacionadas con las fronteras, los listados de tributos, sus conocimientos agrícolas, y un largo etcétera. Estas obras estaban al servicio de sus élites dirigentes, que controlaban así la transmisión de los conocimientos y se servían de ellos para afianzar su poder.

 

Con la llegada al continente de los europeos, los colonizadores se interesaron por estos importantes documentos históricos y adoptaron sus fórmulas, que añadieron s sus tradiciones medievales, para transmitir a la sociedad europea las formas de vida y costumbres de los indígenas americanos.

 

El denominado Códice Tro-Cortesiano, o Códice de Madrid, es sin duda una obra singular de gran relevancia histórica, artística y científica, que de hecho, se considera como “la joya” de las colecciones del Museo de América. Sólo se conservan tres códices mayas en todo el mundo, y junto con él, restan los dos que se custodian en París y Dresde. Debe su nombre al hecho de haber sido descubierto en España, durante la década de 1860 a 1870, en dos fragmentos; la parte mayor pertenecía a Juan de Tro y Ortolano, de Madrid, y la menor a José Ignacio Miró, quien la adquirió en Extremadura y le dio el nombre de Códice Cortesiano en honor a Hernán Cortés. Al ser estudiados posteriormente ambos fragmentos, se comprobó que formaban parte de un mismo documento. Originalmente, se compuso en una sola tira de papel realizado con fibras vegetales, que se doblaba a modo de acordeón, conformando un total de 56 hojas plegadas o 112 páginas. Pintado en estilo maya Post-clásico, sus glifos, dioses y escenas, materializan asuntos rituales y fórmulas adivinatorias que eran usadas por los sacerdotes.

 

Se trata pues de un documento singularísimo, a la vez que una pieza frágil que requiere de unas condiciones de conservación idóneas para sus materiales constitutivos: pinturas realizadas con colorantes naturales sobre un delicado soporte de fibras vegetales estucadas.

 

Por su parte, el Códice Tudela o Códice del Museo de América, es otro documento de extraordinaria importancia, realizado en papel verjurado europeo a mediados del siglo XVI en el Virreinato de Nueva España. Confeccionado en forma de libro, en realidad reúne tres documentos diferentes, que se denominan como Libro Indígena, Libro Pintado Europeo y Libro Escrito Europeo. El primero, ocupa los folios 11 a 125, y fue pintado por escribas mexicas hacia el año 1540 con un estilo prehispánico.

 

Contiene información iconográfica y de escritura jeroglífica sobre la religión mexica o azteca, junto a tipos de calendario, rituales sobre la enfermedad y la muerte, algunos dioses de su panteón, ceremonias de sacrificios, etcétera. Por su parte, el Libro Pintado Europeo se unió al Códice a partir de 1554, mediante la inclusión de un cuadernillo al comienzo del documento, folios 1 al 10, de los que solamente se conservan cuatro de ellos, en donde un artista de estilo renacentista plasmó la imagen de una planta del maguey junto con el retrato de diversos grupos de parejas indígenas hombre-mujer, de las que sólo han llegado hasta nosotros la pareja mexica.

 

Por último, el Libro Escrito Europeo se realizó entre los años 1553 y 1554, recogiendo las explicaciones de un glosador o comentarista occidental anónimo, que explica las pinturas de los dos libros anteriores. Por ello, el Códice Tudela tiene una gran importancia al ser una fuente de primera mano para el conocimiento de la religión mexica o azteca.

 

Igualmente, su valor se ha visto incrementado por tratarse también de un documento que dio origen, a través de la copia de su Libro Indígena, a otro conjunto de nueve documentos, reproducciones sucesivas unos de otros, que se conocen como el Grupo Magliabechiano. Todos ellos representan el traslado de la tradición medieval europea de los copistas de libros, a los códice de América.

 

De ahí que dentro del conjunto de los códices mesoamericanos prehispánicos y coloniales, que han llegado hasta nosotros, Tro-Cortesiano y Tudela pueden ser clasificados ambos como unas obras de contenido calendárico, religioso y etnográfico de primer orden, que merecen ser estudiadas con sumo interés, gracias también a que en los últimos años se está avanzando en el estudio interdisciplinar de todos los códices americanos, incluyendo los recursos que hoy ofrecen las nuevas tecnologías aplicadas al conocimiento de los bienes culturales más diversos.

 

En relación con estos bienes culturales, hoy se están multiplicando los proyectos dedicados a su estudio, en paralelo al aumento de las investigaciones sobre los temas americanistas. Así, el análisis de los materiales del patrimonio cultural requiere ahora el considerar tanto su contenido como su contexto histórico y cultural, además de realizar los registros más adecuados para los mismos.

 

Por ello, dentro de un estudio integral, deben incorporarse todos los aspectos materiales, la cronología y el conocimiento de su estado actual de deterioro. Estos últimos son indispensables para establecer las estrategias de su conservación, y la valoración de todos estos aspectos, constituye el marco de investigación interdisciplinario que ha justificado el actual proyecto de estudio científico que se ha llevado a cabo sobre los dos códices americanos del Museo de América.

 

Con el recurso de las técnicas espectroscópicas

El equipo multidisciplinar que se ha encargado del estudio, ha estado formado por los miembros del grupo CHARISMA (Cultural Heritage Advanced Research Infrastructures Sinergy for a Multidisciplinary Approach to Conservation / Restoration), radicado en la Universidad de Perugia, y bajo la dirección de la doctora Costanza Miliani, del Instituto CNR de Ciencia y Tecnología Molecular, a los que se han sumado, el doctor José Luis Ruvalcaba Sil, de la Universidad Nacional Autónoma de México, el doctor Davide Domenico, de la Universidad de Bolonia, y los españoles, Juan José Batalla, profesor del Departamento de Antropología Americana de la Universidad Complutense de Madrid, Félix Jiménez Villalba, subdirector del Museo de América, y las conservadoras, Teresa Gómez Espinosa, Ana Verde, y Ana Zabía de la Mata, bajo la dirección de Concha García Sáiz, directora del Museo.    

 

Todos ellos, han trabajado empleado diversas técnicas analíticas, como las espectroscopías de fluorescencia de rayos X (XRF), la Raman y la infrarroja por transformada de Fourier (Mid-FTIR), que no resultan invasivas ni destructivas para los bienes estudiados, ni requieren de ninguna toma de muestras de los materiales o pigmentos con los que están elaborados ambos códices, además de mediciones con espectrómetros de luz del visible al infrarrojo cercano, que igualmente permiten realizar mediciones de su colorimetría. El común denominador de todas estas investigaciones ha sido el estudio in situ de ambos códices, trasladando al Museo todos los equipos e infraestructuras experimentales de las que dispone el equipo MOLAB: el laboratorio portátil para el estudio de los bienes culturales que cuenta con la financiación y el respaldo de la Unión Europea.

 

Con el análisis multiespectral de los materiales constitutivos de los códices del Museo de América, la institución ha pretendido ampliar los conocimientos acerca de los materiales con los que están confeccionados, y las técnicas de ejecución utilizadas por los mayas del período postclásico (Códice Tro-Cortesiano) y en la etapa temprana del virreinato en la Nueva España (Códice Tudela). Los resultados de estos análisis permitirán su comparación con los obtenidos en otros códices precolombinos o coloniales ya estudiados con estos nuevos procedimientos, tales como el Códice Cospi de Bolonia, o el Nuttall, del British Museum.

 

La ampliación del conocimiento material de estas obras sin duda aportará datos de interés para analizar con mayor precisión su estado de conservación, lo que permitirá a su vez emitir un diagnóstico de su estado con mayores garantías, e implementar las medidas de conservación más idóneas de cara al futuro.

Se trata de establecer las mejores pautas de conservación para estas dos “joyas” de la colección

 

El Museo de América acomete el análisis científico más avanzado de los códices Tro-Cortesiano y Tudela

 

El Museo de América, en colaboración con el Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México, y el laboratorio portátil del Proyecto MOLAB, del Departamento de Química de la Universidad de Perugia (Italia), está realizado un estudio de los materiales constitutivos y el estado de conservación de los códices Tro-Cortesiano (maya) y Tudela (mexica) que se guardan en sus colecciones.

 

En los últimos años se está avanzando en el estudio interdisciplinar de los códices mesoamericanos, incluyendo los recursos que hoy ofrecen las nuevas tecnologías aplicadas al conocimiento de los bienes culturales más diversos. En relación con los códices, se han multiplicado los proyectos dedicados a este estudio en paralelo al aumento de las investigaciones sobre los temas americanistas. Así, el estudio de los materiales del patrimonio cultural requiere hoy el considerar tanto su contenido como su contexto histórico y cultural, además de realizar los registros más adecuados para los mismos. Por ello, dentro de un estudio integral, deben incorporarse todos los aspectos materiales, la cronología y el conocimiento de su estado actual de deterioro. Estos últimos son indispensables para establecer las estrategias de su conservación, y la valoración de todos estos aspectos, constituye el marco de investigación interdisciplinario del proyecto de estudio científico que se está llevando a cabo sobre los dos códices mesoamericanos que se conservan en las colecciones del Museo de América.

 

Se han empleado diversas técnicas analíticas, como las espectroscopias de fluorescencia de rayos X (XRF), la Raman y la infrarroja con transformada de Fourier (Mid-FTIR), que no resultan invasivas ni destructivas para los bienes estudiados, ni requieren de ninguna toma de muestras de los materiales o pigmentos con los que están elaborados ambos códices, además de mediciones con espectrómetros de luz del visible al cercano infrarrojo, que igualmente permiten realizar mediciones de su colorimetría. El común denominador de todas estas investigaciones ha sido el estudio in situ de ambos códices, trasladando al Museo todos los equipos e infraestructuras experimentales de las que dispone el equipo MOLAB: el laboratorio portátil para el estudio de los bienes culturales que cuenta con la financiación y el respaldo de la Unión Europea.

 

Con el análisis multiespectral de los materiales constitutivos de los códices del Museo de América, la institución pretende ampliar los conocimientos acerca de los materiales con los que están confeccionados, y las técnicas de ejecución utilizadas por los mayas del período postclásico (Códice Tro-Cortesiano) y en la etapa temprana del virreinato en la Nueva España (Códice Tudela). Los resultados de estos análisis permitirán su comparación con los obtenidos en otros códices precolombinos o coloniales ya estudiados con estos nuevos procedimientos, tales como el Códice Cospi de Bolonia, o el Nuttall, del British Museum.

 

La ampliación del conocimiento material de estas obras sin duda aportará datos de interés para analizar con mayor precisión su estado de conservación, lo que permitirá a su vez emitir un diagnóstico de su estado con mayores garantías, e implementar las medidas de conservación más idóneas de cara al futuro.

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Museo de América. Ciudad Universitaria: Avda. Reyes Católicos, 6.

(Junto al faro de Moncloa). 28040 Madrid.

Para más información: Departamento de Comunicación. Irene Doménech, Carmen G. de Candamo y David Casado. Telf. 91 549 26 41. Ext. 238 y 243. Correo electrónico: [email protected]; [email protected] y [email protected]

 

 

 

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