Paraíso para los sentidos
Es un paraíso para los sentidos, con los olores y los colores propios de un mercao. Una multitud de sensaciones que se abren paso, entre el bullicioso ir y venir de la gente que se esfuerza en el buen oficio de comprar y vender.
El mercado de San Miguel, es el mercado mejor surtido y más colorista de Madrid. Bajo su umbrosa estructura metálica, ofrece una exquisita selección de productos frescos, carnes, pescados, verduras, frutas, ...en un acogedor ambiente, bullicioso y vitalista.
El Mercado de San Miguel es un lugar histórico y monumental, cargado de reminiscencias literarias. Emplazado en el corazón del Madrid castizo
EL CONCEPTO
Ser una comunidad de empresarios. Cada uno experto en su campo y entusiasta de su producto.
Ser el templo de los productos frescos donde el protagonista no es el cheff, sino el género.
Permitir recuperar la “temporalidad” de la oferta de los mercados, restituir el protagonismo a los cambios estacionales.
Ser un colmado a gran escala. Con degustación, es decir, comida informal.
Tener un horario acorde a las actividades y a las necesidades de los consumidores, es decir, muy amplio.
Disponer de medios humanos, técnicos e industriales para realizar an?lisis sensoriales, catas y juicios gastronómicos.
Hacer hincapié no sólo en la información del consumidor, sino en su formación.
Ser un reflejo de la pluralidad gastronómica de España.
Tener una presencia constante de la cultura gastronómica, mediante cursos, presentaciones, ferias, etc.
Estar incorporado a la visita cultura de Madrid, con un espacio para conferencias, recitales, conciertos, etc.
EL EDIFICIO
El mercado de San Miguel es el único mercado en hierro que ha llegado hasta nuestros días, una vez desaparecidos los formidables ejemplos de La Cebada y Los Mostenses. Está considerado Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento. Situado en la plaza de San Miguel con fachadas a la Plaza del Conde de Miranda y a la Cava de San Miguel. Su construcción, bajo la dirección de Alfonso Dubí y Díez, se concluyó en 1916.
Instalado en su origen al aire libre, en 1835 se realiza un proyecto, por Joaquín Henri, para cubrirlo, del que sólo se ejecutan más que unas portadas, eliminando el mal efecto que a la plaza le producían los cajones dispares en los comerciantes. En 1911 se encarga el proyecto definitivo a Alfonso Dubí.
Consta de una planta baja con estructura metálica de soportes de hierro fundido y un sótano para almacenes.