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Historia breve del Turismo en Baleares  1950-2012

Historia breve del Turismo en Baleares  1950-2012

Por Esteve Bardolet – desde Mallorca

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h

Tras el paréntesis de la Guerra Civil española y de la II Guerra Mundial se inició en Europa el turismo de masas o turismo popular, gracias a la paz y a la recuperación económica con vacaciones pagadas. Las islas europeas también pudieron participar de esta creciente y provechosa actividad económica del ocio/vacacional gracias a la aviación comercial que, aprovechando las aeronaves militares sobrantes de la guerra citada, facilitó la aparición de los primeros Tour Operators del Reino Unido y de los Países Nórdicos (Alemania tardó todavía unos años en desarrollar este medio de transporte turístico).

Historia breve del Turismo en Baleares  1950-2012
Historia breve del Turismo en Baleares  1950-2012

Mallorca fue el primer destino europeo de vacaciones en crear moda turística y en volumen de visitantes, casi al mismo tiempo en que la Costa Brava también era el referente para las vacaciones de los franceses por carretera y tren. La Costa Azul francesa y la Riviera italiana dejaron de ser los únicos referentes turísticos, pero todavía eran los destinos favoritos de segundas residencias de elites europeas. Las primeras campañas publicitarias de Mallorca comenzaron en 1946 con “Luna de Miel en Mallorca”, con gran éxito en el mercado nacional.

El año 1950 inicia el recuento (entonces sólo estimativo) de las llegadas de turistas a Baleares, que fueron 98 mil (76 mil nacionales y 22 mil extranjeros). España sale de aislamiento político internacional en 1951 y junto con el Plan de Estabilización Económica de 1959 (además de la eliminación de visados, la libertad de cambio de divisas y el bajo nivel de precios) supuso un impulso importante al atractivo de España como destino turístico. La Ley del Suelo de 1956 en España supuso el inicio de una gran actividad urbanizadora y de construcción turística. Ibiza y Menorca iniciaron su aventura turística en 1960 con 31 mil y 8 mil turistas llegados respectivamente. En el mismo año Mallorca ya contaba con 361 mil llegadas. Total de Baleares: unos 400 mil, de los que 313 mil eran ya extranjeros y sólo 87 mil nacionales). El número de camas turísticas en 1950 era unas 5 mil (4 mil hoteleras y mil extrahoteleras). En 1960 eran 23.641 (18.641 hoteleras, 4.000 en apartamentos y mil no registradas, propiedad de residentes).

En el período 1961-1973 se produce el primer “boom” turístico de Baleares (en Mallorca) y se alcanza la capacidad alojativa de 265.680 plazas (222.680 hoteleras, 26 mil en apartamentos y 17 mil no registradas). Las llegadas en 1973 son ya 3.574.000, de las que 2.850.000 corresponden a Mallorca, 592 mil a Ibiza-Formentera y 132 mil a Menorca. En Baleares el PIB turístico de 1970 se acercaba al 30% mientras que el total de “Servicios o Terciario” era del 65% y el del sector Primario era el 9%. En 1950 el PIB primario era un 40% (el mayor de los sectores) y el turístico sólo un 2% mientras que el total “Servicios” era un 22%. En 1960 aterrizó en Palma el primer avión a reacción (“Caravelle”). El “paquete turístico” de los TT.OO. (avión charter más hotel) fue un éxito de la comercialización del turismo en aquella época.

En 1974-1977 se sufrió la primera crisis turística de Baleares (y del mundo) por la “crisis del petróleo” (subida súbita y exagerada del precio del petróleo). La disminución de llegadas turísticas sólo ocurrió en 1976 y las estancias turísticas sólo bajaron un -7,7 %, llegando a un total de 48.370.684 en aquel año. La estancia media era de 12,39 días frente a los 14 días de 1950. El gasto turístico en 1976 fue de 341 millones de Euros (unos 7 Euros por estancia, unas 1.200 Pts. de aquel año). En 1976 llega la democracia a España.

En 1978-1988 siguió un segundo “boom” turístico pero irregular al truncarse en 1980 por una crisis de algunos TT.OO. británicos (quiebras), así como por una crisis económica española en 1985. La llegada de la autonomía a Baleares (1983), así como la liberalización de los precios turísticos marca un hito en la economía del turismo, cuya promoción es ya una competencia de Baleares (pero todavía dependiente de la financiación del Gobierno Central). En este período tuvo lugar un cambio estratégico muy importante por parte del empresariado hotelero de Baleares, ya consolidado y formando un lobby muy fuerte incluso en la España continental. Dado el agotamiento y encarecimiento de los terrenos costeros urbanizables en las costas de Baleares (en especial en Mallorca) comenzó en 1978 una etapa de grandes inversiones hoteleras en Canarias, donde el mayor atractivo era la regularidad del cash flow operativo, creándose clusters de cadenas baleáricas con una presencia en muchas zonas de cerca de la mitad de toda la planta hotelera del lugar. Pero una expansión mayor se inició pocos años después llegando primero al Caribe insular y más tarde a la Riviera Maya (Méjico). En 1985 la cadena hotelera Barceló abre su primer hotel en Punta Cana (República Dominicana), siguiendo poco después las cadenas hoteleras Sol-Meliá, Riu, Oasis, Iberostar y Fiesta (estas dos últimas a partir de 1993-1994). Los costes operativos, el buen precio de compra de terrenos y el exotismo del destino, fueron incentivos para una inversión ayudada por facilidades fiscales del país y apoyada también por una nueva era de aviación comercial: aviones modernos, menos horas de vuelo y precios asequibles a clases medias europeas. Si bien disminuyó la creación de nuevas plazas hoteleras en Baleares, seguía la presión constructora de apartamentos para uso turístico reglado y no reglado, motivando una reacción del Govern Balear que en 1984 aprobó el I Decreto Cladera que se daba el primer paso en Mallorca exigiendo un solar mínimo de 30m2 por plaza a edificar. En 1987 el II Decreto Cladera elevó aquella exigencia a 60m2 de solar por plaza.

En el período 1989-1992 se sufre la segunda crisis turística de Baleares (y mundial) por la “Guerra del Golfo Pérsico” (como la anterior por un tema de petróleo aunque con peores consecuencias) que supuso la paralización de las cifras de llegadas alrededor de los 6, 5 millones de turistas, así como de la construcción de nuevas plazas alojativas que se estancaron alrededor de las 480 mil, quebrando algunas empresas hoteleras que estaban en el proceso de ampliación de su planta. Por otro lado, las estancias disminuyeron de los 85 millones en 1988 a los 75 millones en 1992, en parte también debido a la menor estancia media (de los 12, 02 días en 1988 a los 11,45 en 1992). El gasto turístico se estancó alrededor de los 2.400 millones de Euros corrientes. Las principales cadenas hoteleras de Baleares, dado que tenían ya alrededor o más de la mitad de sus plazas ubicadas en el Caribe y Riviera Maya, acusaron menos los estragos de la crisis y de la pertinaz estacionalidad del turismo en Baleares. Este hecho es muy notable en las islas menores ya, que si bien la distribución anual de llegadas en Baleares es de alrededor de un 80% en los 6 meses de verano (de mayo a octubre inclusive) frente a sólo 20% en los 6 meses restantes (de noviembre a abril inclusive), en Mallorca es mejor con el 25%/75% por temporadas mientras que es mucho peor en Ibiza-Formentera y Menorca con el 10%/90% (aproximadamente).

Entre 1993 y 2000, tuvo lugar un tercer “boom” turístico en Baleares, llegando a registrar un aumento de 7,1 millones de llegadas en 1993 a los 10,4 millones en el 2000, si bien la capacidad alojativa sólo aumentó de 468.859 plazas totales en 1993 a 520.070 en el 2000, o sea 51.211 plazas más pero sólo 35.862 eran hoteleras. La cifra de apartamentos se mantuvo similar y sólo aumentaron algo las plazas no regladas (propiedad de residentes). Las grandes cadenas continuaban ocupadas invirtiendo en el Caribe y México y apareció una nueva generación de empresarios hoteleros en Baleares. Es destacable en 1997 la aprobación del POOT (Plan de ordenación de la Oferta Turística) para 30 zonas costeras de Mallorca (el de Ibiza en 1997 y el de Menorca más tarde). No sólo fue larga y compleja su gestación (5 años) sino también su ejecución una vez publicado, ya que era preciso que los municipios lo adoptaran. El POOT pretendía desmotivar el aumento de plazas residenciales (turísticas o de posible uso turístico) en base a las limitaciones existentes de suelo y recursos naturales, así como promover un intercambio de plazas turísticas de primera línea del mar por otras en suelo interior. Ello, unido a una moratoria urbanística y turística decretada por el Govern Balear ante el exceso de construcción de viviendas de uso turístico no reglado, ralentizó en 1998 el desarrollo de la oferta alojativa. Sin embargo en 1999 y 2000 siguieron aumentando las llegadas y estancias turísticas.

El año 2001 inicia una nueva crisis económica en España que afecta a Baleares y que dura hasta el 2003. Durante estos años las iniciativas ecologistas influyen en las decisiones políticas y la protección del medioambiente y los recursos naturales es mayor. También se oyen voces en contra del crecimiento de las segundas residencias turísticas ya que el valor añadido que generan es inferior al de una explotación hotelera y consumen más territorio. Una vez reanudad la actividad expansiva a partir del 2004, en el 2005 se consigue un record de llegadas turísticas de 11,6 millones pero esta etapa es efímera ya que en el 2009 se inicia la tercera crisis que de nuevo es mundial pero no originada por el petróleo sino por una intoxicación financiera (prime rate). Desde entonces hasta la actualidad se han mantenido las cifras de turismo extranjero pero han descendido las de turismo nacional, con el resultado de una ralentización de la actividad en verano y una mayor estacionalidad en invierno. Se han paralizado las inversiones y por tanto las cifras de plazas alojativas. La población ha tocado techo con 1,1 millones de habitantes y es evidente la disminución de mano de obra extranjera llegadas en los años del tercer “boom”. El PIB turístico alcanza el 60% dentro del 84% del sector servicios, mientras que la construcción retrocede hasta el 6%, la industria se sitúa en el 8% y el sector primario no pasa del 2%.

La condición insular o mejor dicho de archipiélago es un factor negativo añadido en momentos de crisis dadas las limitaciones que supone para un cambio de modelo productivo por lo que se mantiene el esquema de la prioridad del turismo como motor de la economía, pero sin posibilidades reales de mejora de la estacionalidad pese a los esfuerzos realizados (puesta en valor del patrimonio, más facilidades de deportes al aire libre, actividades culturales en Palma) ya que en el mejor de los casos sólo afectan a la Bahía de Palma (ventaja capitalina y de clima), dejando al resto de Mallorca sin alternativas. Lo mismo podría decirse de la situación en Ibiza y Menorca, aunque sus economías turísticas son más resistentes a las crisis turísticas dado que sus estructuras turísticas han sido diseñadas sólo para unos cuatro meses de verano en todo el año.

En todo caso, es remarcable que las Islas Baleares han conseguido, en cien años de turismo 1912-2012, una cifra de turistas del orden de 335 millones, de los que 275 millones son extranjeros y sólo 60 millones nacionales. Si bien la etapa de 100 años es un símbolo, la realidad es que sólo a partir de 1950 se producen llegadas de turismo significativas. Por nacionalidades destacan los británicos con 116 millones, seguidos de los alemanes con 102 millones y el resto de extranjeros con sólo 57 millones, cifra similar a la citada para turistas nacionales. Así pues es clara la internacionalización del turismo receptivo de Baleares, con el 82% del total con extranjeros y el 18%% de nacionales, lo que representa el siguiente reparto aproximado por nacionalidades: un tercio británicos, un tercio alemanes y un tercio otros extranjeros y españoles. También es evidente el predominio del avión como medio de transporte con el 95% del total de llegadas (5% por mar).

Es interesante la visión del reparto del turismo por islas durante estos 100 años según llegadas (similar a la actual) con 78% en Mallorca, 16% en Ibiza-Formentera y 6% en Menorca. En Mallorca el turismo genera 55% de su PIB, en Ibiza-Formentera 75% y en Menorca 30%.  Si se ponderan estos datos con los PIBs insulares sobre el PIB total de Baleares, se puede obtener un nuevo peso turístico por islas: 75%, 19% y 6% respectivamente sobre 100% del PIB balear.

Esteve Bardolet  es miembro de la Federación de Periodistas de Turismo de España, FEPET

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