El Gobierno de Raúl Castro las consideró «positivas» pero «limitadas». Obama cumplió promesas electorales: para facilitar contactos familiares eliminó restricciones a viajes y envíos de remesas de cubano-americanos y liberalizó normas de telecomunicaciones. Sin renunciar a cambiar el régimen interno, abre la mano a intercambios culturales, educativos, académicos y religiosos, a viajes patrocinados por organizaciones religiosas y el envío de hasta 2.000 dólares al año (1.500 euros) a cubanos que no son familiares y que podrían invertirlo en actividades mercantiles privadas.
Johana Tablada, subdirectora del Departamento de América del Norte del Ministerio de Asuntos Exteriores, estima que pese a que Obama «tiene prerrogativas para ir más allá» y «levantar el bloqueo», no se «modificarán ni las regulaciones contra los activos cubanos, ni la persecución financiera, ni las leyes que impiden a los barcos de otros países venir a Cuba». Tampoco «las campañas de descréditos, la subversión o el financiamiento para la disidencia en el interior de la isla». Para la cancillería sólo se trata de «restablecer» disposiciones que estuvieron en vigor bajo el mandato del demócrata Bill Clinton y que fueron eliminadas por el republicano George W. Bush en 2003.