Lucía Topolansky, primera dama de Uruguay, pasó 13 años encarcelada por pertenecer a los tupamaros

A apenas 15 kilómetros del centro geográfico de Montevideo, el campo fija sus límites a la ciudad. Allí se encuentra Rincón del Cerro, un pueblecito que era de tradición conservadora, hasta que se mudaron los Mujica. «Esta es una casa de puertas abiertas, no se necesitan custodios», asegura Topolansky al cronista.

Topolansky nació en Montevideo, en 1944. Junto a su hermana melliza, María Eliase, se unió en 1967 a la guerrilla del Movimiento de Liberación Nacional (MLN-Tupamaros). Juntas pasaron a la clandestinidad. Es entonces cuando Lucía empieza su relación sentimental con Mujica. La toman presa en 1970. Se escapa por las cloacas. Vuelve a prisión en 1972 y se queda entre rejas hasta la amnistía de 1985. Se reencuentra con Mujica. Participa del proceso de autocrítica. Es electa edil. Luego diputada y senadora.

Hasta que la campaña electoral trastornó los hábitos, los Mujica solían desplazarse en moto u ómnibus. «Este es un presidente con cara de gente», dice sobre su marido. «Los chicos se le cuelgan del brazo, los jóvenes lo entienden. Respetan nuestra forma de vida. Les gusta esta informalidad. Pero también te dicen: ustedes nos pueden salvar. Y eso es muy fuerte», añade.

En las revistas del corazón

En vísperas de los comicios, la revista Caras, una versión sudamericana de la Hola española, realizó un reportaje con las dos esposas de los candidatos, Topolansky y Lucía Pou de [Luis] Lacalle, queriendo demostrar que, en la contienda, también estaba en juego la cuestión estética.

Peinada y maquillada como para resaltar su superficie aristocrática, la señora Pou habló de su pasión por el tenis, el juego de canasta con sus amigas y los nietos. Topolansky, en cambio, se presentó con un despojamiento extremo. Sin huellas de la industria cosmética. En el mismo cuerpo de la senadora se escribe su declaración de principio. «Cuando una estuvo privada de tanto se da cuenta de que hay que ir liviano de equipaje», dice a EL PERIÓDICO, para añadir: «La felicidad no pasa por el tener. El consumismo es una lacra. A veces la gente nos mira con envidia por esto. ‘¿Cómo haces para vivir con tan poco?’, te preguntan».

Topolansky sabe que vienen tiempos excitantes y, también, difíciles. «La gente me verá como una vía fácil de acceso al Pepe. Y tendré que ser estricta. Trataré de compensarlo recorriendo el país, escuchando. La democracia comienza por la oreja», añade.

Seguir en la granja

Los Mujica ya resolvieron que seguirán viviendo en Rincón del Cerro. En la granja están construyendo una escuela agraria. «No hemos podido tener hijos. Y queremos que aquí quede algo de nosotros», dice. En los comicios de finales de octubre, ella fue la senadora más votada. Será, por lo tanto, la encargada de tomar juramento a su marido, el primer día de marzo próximo. «Y, sí, qué quiere que le diga: eso va a ser emocionante», dice.

Y se le iluminan los ojos sin sombra ni rimel.