Que ni el viento sepa
cuanto dolor alberga mi corazón,
y ni al mar le digas
que quien escribe, soy yo.
Creo conocer la maldad, quiero conocer el amor,
tal vez desde mis días de niño, ha sido mi único sueño,
creerme muerto, o creerme vivo; creer que río, aún dormido
soñar y soñar mil sueños divinos; nacer y sentir, mil brazos de cariño.
Se cambia mi vida, día a día; como la tuya
se llena mi mente, de tristes melodías;
espero paciente que vengan las lluvias
y borren mi pena y borren mis poesías.
En épocas pasadas recibí otras cosas
así como ésta, alegre y sin dolor;
"si miro al cielo, veo estrellas, si miro un cuadro, veo color;
si miro un jardín, veo camelias; si miro a tus ojos; veo amor".
Pero el mundo gira,
y la vida nos va cambiando,
y lo que ayer nos dió la vida
hoy nos lo está quitando.
Siempre he escrito mis sueños, en vez de vivirlos;
aprendí uno y cien poemas bellos, que jamás logré decirlos;
"mojando tus labios, secarás tu pena;
besando los míos, mojarás los tuyos".
Mas, no culpo a nadie, de mis glorias y derrotas;
y lo saben hasta el aire, el mar y las rocas
que si mis alegrías me han renovado
mis penas y llantos se han dormido en mi pasado.
Sí. Para tí, que hoy lees esto, y me creerás un pesimista
te pido que con tu silencio, comprendas a este realista;
no le temo a la vida y no dudo de la suerte;
pero a veces, hay días, que me siento como en este.
No hay dolor eterno, no hay mal permanente,
aquí, siempre espero, un bello futuro para mi triste presente;
y es la arena húmeda y salada de mi cara
que resiste el embate agresivo, del mar que a mi mente baña.
Un día no es un año,
una pena no es más que eso;
hoy la quietud y la bruma han sido mi libro
en que he escrito lo que siento, cuando pienso que yo siento.
Para tí, que hoy lees esto, amiga o amigo,
trata de entenderlo y compáralo conmigo,
¿aún vivo como en aquellos días,
o encontré por fin, el mañana de mi vida?
Hasta hoy pienso que Dios, ha hecho el agua para beber
y que ha hecho los ojos para ver;
el pensamiento para soñar
y la mujer para amar.
Para tí; que eres fuerte como yo:
resiste las penas y amarguras;
porque un día no es un año
y el dolor, jamás perdura.