Pues bien, Quinta de la Quietud, la pequeña bodega toresana propiedad en sus comienzos de la firma Belondrade y Lurton, posteriormente fue vendida a un grupo inversor que son sus actuales propietarios. Todo el proceso vitivinicultor es responsabilidad de joven enólogo bordelés Jean-François Hébrard, que pertenece a una familia con ‘pedigree’ enológico en Burdeos.
Fue la excelente cosecha 1999 la que dio lugar al primer vino de Quinta de la Quietud. Desde sus comienzos, Hébrard decidió atenuar los rasgos excesivamente alcoholizados y maderizados, de los vinos que se hacían años atrás. Les ha dotado de mayor expresión frutal y de la elegancia que le aportan los cueros finos, con taninos domados pero presentes, notas de mineralidad… y la madera justa, para no enmascarar su sinfonía de fruta roja y negra en nariz y boca. En definitiva Jean-François Hébrard ha concebido vinos modernos, como demanda el mercado hoy en día; y es el responsable de cuatro elaboraciones hechas con programas de agricultura ecológica y proyección biodinámica. Las uvas se las proporcionan las veintidós hectáreas de viñedo de Tinta de Toro – un porcentaje de ellas muy viejas -, propiedad de Quinta de la Quietud, y alguna otra hectárea - también controlada ecológicamente -, que le aportan los acuerdos con viticultores de la zona. La totalidad de las uvas se reparten casi por mitades en viñedo joven y viñedo viejo. Este último, cultivado en vaso, se reserva para los vinos Premium. Las cepas más añosas tienen muy escaso rendimiento, alcanzan edades cercanas al siglo, y soportan temperaturas muy extremas. Las variaciones térmicas oscilan entre los 13 grados centígrados bajo cero, y los 40 positivos que se llegan a alcanzar en plena la canícula veraniega. El terreno donde se asientan las cepas se sitúa en altitudes próximas a los 700 metros, es pobre en materia orgánica y profusión de canto rodado de pequeño tamaño (guijarros). Esta circunstancia dificulta la evaporación y posibilita que las raíces encuentren la necesaria humedad vivificadora en el profundo subsuelo de gravas. El trabajo en viña es en gran medida manual y los plaguicidas (como mandan los cánones de la agricultura ecológica), se elaboran de forma natural, con algún producto mineral como el azufre, y en compuestos de extractos vegetales. Para la realización de las practicas viticultoras se tienen en cuenta las fases lunares, como prescriben los tratados del padre de la agricultura biodinámica (el austriaco Rudolf Steiner y de su vicario en la tierra el ‘loirien’ Nicolás Joly). La vendimia es manual y se realiza colocando el fruto en cajas de 20 kg para prevenir aplastamientos de los racimos, y las consecuentes fermentaciones indeseadas. Tras el despalillado, la vinificacion comienza con una maceración prefermentativa, termorregulada en depósitos de acero. Posteriormente se produce de forma espontánea la fermentación tumultuosa (alcohólica), y de nuevo tiene lugar la maceración para conseguir una mejor extracción aromática y de color. La sala de barricas la forman robles de distinta procedencia, europea y americana. En ellas permanecerán los vinos el tiempo necesario para su crianza, según la tipología de los mismos. Jean-François Hébrard, en función de su evolución, considerará el momento idóneo para el embotellado; posteriormente, la añada permanecerá en botellero el tiempo necesario, a la temperatura adecuada antes de salir al mercado.
LOS VINOS
Cuatro vinos ecológicos y biodinámicos tiene disponibles Bodega Quinta de la Quietud, y los distribuyen en países - cada vez más numerosos -, que demandan este tipo de elaboraciones. Destaca el reconocimiento de la prensa especializada internacional, y los galardones obtenidos, a pesar de la juventud de la bodega. Tres de los vinos son tintos, monovarietales de Tinta de Toro, los tres bien cubiertos. El cuarto, es una excelente elaboración dulce, que Jean Francois Hebrard ha hecho (seguramente en añoranza de los excelentes Sauternes, los famosos vinos dulces de Burdeos).
Corral de Campanas 2010
Este vino joven es la elaboración principal por la cantidad de rendimiento de uva que proporcionan las viñas mas jóvenes. Tiene una maceración que no llega a las dos semanas y una crianza mixta. La mitad del vino descansa por espacio de seis meses en barricas de roble americano nuevas, y de segundo uso. La otra mitad permanece microoxigenándose en depósitos de acero . Posteriormente se precede al ensamblaje y embotellado. Vino muy varietal , aromático y bien cargado de fruta roja.
Quinta Quietud 2006
En el año 1999 la bodega puso en el mercado este primera elaboración de Tinta de Toro con buena acogida por parte de critica y aficionados. Es un vino de guarda muy apreciado, y el más reconocido de la bodega. Sus características y su forma de elaboración le hacen mejorar con el paso del tiempo.
Tiene una maceración más larga que Corral de Campanas, y una crianza de 20 meses un tercio en barricas nuevas, y el resto en barricas de segundo y tercer año, la mayoría de ellas en roble francés.
Es un vino pleno de fruta roja de hueso, potente, elegante y complejo. Como les anuncié, unos años más de paciente espera le harán todavía mejor.
La Mula de la Quietud 2007
Es el ‘Vino de Finca’, alto de gama de la bodega toresana . Este ‘Garage Wine’ tiene su origen en los frutos de una parcela de cepas centenarias de Tinta de Toro de muy bajos rendimientos. Debido a ello, es un vino muy escaso porque se elabora muy poca cantidad de La mula de la Quietud.
El proceso de maceración es bastante más prolongado que el de sus otros hermanos, y la crianza - que tiene una duración cercana a los dos años -, transcurre íntegramente en barricas nuevas de roble francés. Esta crianza posibilita al excelente tinto mostrar toda su potencia, elegancia y mineralidad, resaltando sus notas de fruta roja compotada. El trago es balsámico y carnoso, con notas frutales; el posgusto muy largo.
Dulce Quietud 2007
El blanco dulce de Quinta de la Quietud, es un ensamblaje de Albillo, Malvasía, Moscatel, Palomino, Verdejo. Nació para el mercado en el 2002, después de hacer distintas probaturas de vinificaciones y ensamblajes. Al igual que el tinto La Mula, es un vino de producción limitada, dada la escasez de las cepas blancas que se encuentran diseminadas entre los viñedos viejos de uvas tintas. Esta forma de cultivo garantizaba a los viejos viticultores, una segura polinización de sus vides, y como consecuencia la abundancia de fruto, que era su principal objetivo en tiempos de penuria. Dulce Quietud es producto de la vendimia de los cinco varietales blancos mencionados, y se elabora dejando secar las uvas al aire libre por espacio de dos meses sobre estanterías hechas con cañas (método similar es el secado en ‘paseras’ de esparto– sobre el suelo - de las uvas de Pedro Ximénez en la localidad cordobesa de Montilla). Después de una prensada suave y prolongada, el rubio mosto fermenta lentamente por espacio de seis meses en barricas de roble francés de segundo uso. La crianza en barrica, se prolonga un año más. Esta golosa experiencia de mieles multiflor es muy satisfactoria, y bien distinta a la de otros estupendos vinos dulces.
(La añada de Dulce Quietud que he tenido oportunidad de probar ha sido la correspondiente al 2007. Me imagino que no diferirá mucho de la del 2008, que ya está disponible)