Sobre la democracia, han existido multitud de definiciones y descripciones de lo que es o puede ser, pero una de ellas sería o es “el equilibrio entre todos los poderes de la sociedad y del Estado”, que “ninguno predomine excesivamente sobre los otros, y, que todos tengan la capacidad de entender, que hay que dar a los otros poderes su lugar”. De ahí, deriva el equilibrio del Estado, con las teorías de Montesquieu, por ejemplo, el equilibrio de la Sociedad entre sí, los estratos sociales y capas y clases sociales deben llegar a acuerdos para vivir en paz bajo el mismo Estado; y, por último el Poder y los Poderes del Estado tiene que estar y ser en armonía o en equilibrio o en un funcionamiento correcto con la Sociedad y sus Poderes…
De ahí, que es enormemente difícil el equilibrio y la armonía mínima. Porque la historia está formada por cientos de vectores y factores, y, uno, o varios pueden cambiar toda la estructura de equilibrio. Por ejemplo, la población, el aumento o descenso; o, la tecnología, en este caso la informática y la teleinformática; o, cualquier factor o variable puede cambiar el equilibrio. Por eso, la democracia siempre tiene que irse haciéndose/rehaciéndose y siempre tiene que irse adaptando/readaptando, siempre in fieri, siempre evolucionando. Y, desde luego, todas las partes, tienen que saber el papel que juegan, sus límites. Ningún “poder” de la sociedad o del Estado puede inflarse de tal modo, que apague al resto de poderes…
A lo largo de la historia siempre han existido relaciones de entrelazamiento y de competitividad, entre sistemas, que a grandes rasgos podríamos denominar de “más democráticos” y otros de “menos democráticos”. Aunque parezca una contradicción, pongamos el caso del emperador Felipe II, dueño de medio mundo, siempre su poder estaba, en cierto modo, limitado, por las tradiciones históricas, nacidas de la edad media, de la contraprestación del poder, entre nobleza y rey y pueblo, y, por otro lado, de la perspectiva de la influencia de la religión cristiana, especialmente, el factor del “derecho natural y de la moral natural”, que durante siglos, ha sido un límite que el poder, ni ningún individuo podría sobrepasar, ni siquiera el rey. Cosa que olvidamos.
En estos dos últimos siglos, aparece un fenómeno contradictorio, por un lado emerge el concepto de democracias modernas, nacidas de la Ilustración, y, mirando al mundo griego de reojo, y, por otro lado, nos vamos limando y limitando y debilitando el concepto de “derecho natural y de “moral natural”. Con lo cual, ha aparecido un fenómeno, como jamás habíamos visto.
Porque aunque durante siglos, han existido sistemas más democráticos y menos democráticos, sin ser anacrónicos, monarquías más democráticas o menos, pero siempre limitadas por esas realidades y otras, que antes hemos indicado: el derecho y la moral natural, aplicable a todo ser humano –el vasallo más pobre del emperador Carlos V y el mismo emperador, eran esencialmente iguales, porque ambos tenían “alma inmortal”, y ambos creían que existía “Dios” que estaba por encima de ellos y dentro de ellos, y que ambos serían juzgados por la misma regla por la Ley Divina y ante la Ley Divina…-.
Pero al desaparecer en una parte de la población y en una parte de las ideologías dominantes y filosofías, ese concepto metafísico de Dios, de alma inmortal, de eternidad buena o mala para cada hombre, y, por tanto también de derecho natural inviolable, por encima de la ley natural, y, moral natural inviolable, por encima de toda moral racional inventada7descubierta por los humanos.
Entonces, esos conceptos ponían límite al ser humano, al poder y poderes de los seres humanos. Como han desaparecido en parte, por eso hemos visto que en el siglo veinte, han surgido, bajo la luz de diversas ideologías sociopolíticas, las no-democracias más duras y más graves que se han visto en toda la historia. Porque Gengis Khan y otros líderes del pasado, eran sistemas no-democráticos y autoritarios en grado sumo, pero solo permanecían en el poder un tiempo, y, también, disponían de un límite en su capacidad de poder –es más la tecnología del momento no permitía más-. El problema es y ha sido el siglo veinte esa mezcla de “nuevas tecnologías”, y, sistemas “no-democráticos”, y, sucedió lo que sucedió…
Desde Grecia, siempre estamos en lid, de muchas maneras, Atenas y Esparta. ¿Ahora, la gran pregunta, quién ganará la partida?, ¿la democracias y democracias occidentales caerán en crisis o serán capaces de resurgir de sus cenizas…? Toda ciudad-Estado o comarca-Estado, como me gusta más definirlas, siempre han tenido el problema irse hacia sistemas más democráticos o menos. Así, en el mundo antiguo, cientos o miles de ciudades-Estados tenían que ir decidiendo. Es la gran pregunta y es el gran dilema de toda la historia humana, más democracia o menos o casi ninguna…
Todas estas preguntas y algunas más, me han surgido al mirarme en el espejo, ya saben que voy haciendo un viaje por el articulismo ibérico, de estos dos últimos siglos y medio, podría terminar aquí el artículo, y, no mencionarlo, pero creo que es de equidad y de justicia, citar al pensador y profesor universitaria de ciencia política Ignacio Sánchez-Cuenca, titulado: El ´grado cero´ de la democracia, publicado en El País, el día 13 de mayo del 2025. Bien haría usted en leer dicho artículo, y, bien haría usted en reflexionar de y sobre la democracia.
Porque la democracia es un árbol muy fuerte y es un árbol muy débil. Puede ser, que queriendo o no, dándonos cuenta o no, estemos debilitando tanto la democracia, que la estemos secando o segando, usted y yo, y su vecino, y, muchos otros poderes. Mire usted el actual panorama de la Piel de Toro, y, creo que es fácil entenderlo y comprenderlo, al abismo que nos estamos asomando… Paz y bien.
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