A su llegada, los exhaustos y sorprendidos viajeros se encontraron con puestos donde se les ofrecía agua y un refrigerio y carteles de bienvenida. Hasta un niño pudo jugar, quizás por primera vez en mucho tiempo, con un patinete. “Es un día para agradecer al pueblo austríaco”, decía Ahmed, un joven sirio que ha colgado varias fotografías de lo sucedido en Facebook.
La policía austríaca estimó que más de 3.650 inmigrantes pasaron solo ayer por la estación. La enorme mayoría de estos refugiados abandonaron el mismo día la capital austríaca y se encuentran de viaje hacia Salzburgo, cerca de la frontera con el estado federado alemán de Baviera. Alemania es el país a la que pretenden llegar la inmensa mayoría de las personas que hacen la ruta de los Balcanes.
Los refugiados llegaban desde Budapest, donde el gobierno húngaro les permitió ayer tomar trenes en dirección a Alemania y Austria en el mismo día en que anunciaba que había concluido con éxito la construcción de una valla metálica en su frontera con Serbia para tratar de evitar su entrada. El gobierno de Orbán ha cambiado repentinamente de opinión y hoy impide a los refugiados tomar trenes que les lleven a los países más ricos de Europa.