Con estas palabras brindadas al canal Chilevisión, Inés Pérez Concha, ciudadana residente de un exclusivo condominio al norte de Santiago, se ganó todo tipo de reprobaciones y críticas en su país y en las redes sociales, donde la calificaron de “ignorante” y “discriminatoria”. Incluso, en Facebook se ha creado la página A mi también me da vergüenza ajena Ines Perez Concha. Según informan medios chilenos, en el condominio El Algarrobal II de Chicureo obligan a asesoras del hogar, jardineros y otros trabajadores a esperar furgonetas de traslado con el fin de no transitar por las veredas del exclusivo lugar. Pese a que la norma fue criticada, la administración no ha dado su brazo a torcer.
Las reacciones no se han hecho esperar y rápidamente, miles de indignados ciudadanos chilenos han inundado las redes sociales con todo tipo de comentarios e insultos donde los más “suaves” han sido aquellos qué, vinculando en un juego de palabras, el segundo apellido de la mujer (Concha), lo han asociado a un insulto de grueso calibre que es la mayor injuria que se puede proferir en Chile, a un hombre o una mujer puesto que alude directamente, a la madre del ofendido/a.
Incluso se han creado perfiles falsos en Facebook donde además de dejar constancia de las expresiones de repudio contra esta ciudadana, se han aireado datos personales de la afectada tales como su número de identificación fiscal (RUN), la fecha de nacimiento, su teléfono y cuenta de correo electrónico.
Incluso, se han aireado las deudas impagas y morosas que esta mujer mantiene con casas comerciales y que le han valido ser incorporada al fichero de deudores morosos, el temible DICOM que en Chile equivale en la práctica, a la “marca de la vergüenza” puesto que la misma, impide acceder a un puesto de trabajo, solicitar un crédito bancario o establecimientos comerciales e incluso, acceder a una tarjeta de crédito o abrir una modesta cuenta de ahorro en una institución financiera.
La cuenta de Facebook vinculada un negocio que esa mujer tiene (o tenía) en Santiago, ha sido cerrada ante la andanada de insultos e improperios que los ciudadanos comenzaron a dejar en su muro. Con seguridad esta mujer nunca pensó en las consecuencias de sus tristes, desafortunadas y descerebradas expresiones a un canal de TV, que se encargó de difundirlas consiguiendo para ella, sus 15 (tristes) minutos de fama.