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La presidenta argentina Cristina Fernández, minimizó la derrota electoral de su partido y descartó cambios ministeriales como consecuencia de este fracaso político |
La presidenta descarta cambios en el Gobierno argentino pese al varapalo electoral
El peronismo oficialista pierde la mayoría y se verá obligado a pactar para sostener al Ejecutivo
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
Buenos Aires. La presidenta de Argentina, Cristina Fernández, desvinculó ayer al Gobierno de la derrota del oficialismo, descartó una remodelación del Ejecutivo y abogó por el consenso para garantizar la gobernabilidad, tras una agitada jornada en la que su esposo, Néstor Kirchner, renunció al liderazgo del peronismo.
Fernández, que había mantenido estricto silencio sobre el varapalo electoral sufrido por el oficialismo en los comicios del domingo, convocó a última hora del lunes una rueda de prensa, la segunda desde que inició su mandato en diciembre de 2007, para calmar los insistentes rumores sobre renuncias en el Gobierno, animados por la dimisión de Kirchner como presidente del Partido Justicialista (PJ, peronista).
«No veo que por el resultado de las elecciones tenga que hacer algún cambio de Gabinete, no lo veo escrito en ninguna parte, ni veo que haya habido ninguna actitud por parte de algún ministro ni alguna política que haya sido causante de perder en la provincia de Buenos Aires», afirmó la Presidenta.
La única dimisión que se ha producido en el Gabinete, y no como consecuencia de los resultados electorales, ha sido la de la ministra de Sanidad, Graciela Ocaña, quien renunció a consecuencia de la epidemia de dengue que sacudió el país hace unos meses y el avance de la gripe A, que se ha cobrado 28 vidas.
Fernández, como ya había hecho su esposo y antecesor en el cargo, minimizó el impacto de la derrota oficialista y admitió que la nueva composición del Parlamento exigirá un ejercicio de consenso para garantizar la gobernabilidad.
La presidenta atribuyó la caída de los apoyos del oficialismo al desgaste de seis años de gestión, desde el triunfo de Kirchner en 2003, y a «errores que serán analizados», pero no dio ninguna pista sobre un posible cambio de estrategia en su Gobierno para recuperar la confianza del electorado.
Néstor Kirchner perdió por 2,5 puntos en la provincia de Buenos Aires, tradicional bastión peronista, frente a su más directo rival, el empresario Francisco de Narváez, peronista disidente aliado con la derecha.
Su sustituto en la dirección del PJ, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, hasta el lunes vicepresidente primero del partido, afronta la difícil tarea de reunificar el peronismo y fortalecer su liderazgo si, como todo parece indicar, aspira a competir por la Presidencia en 2011.