COMIENZAN A APODARLE EL “OBAMA CHILENO”
Marco Enríquez-Ominami: Un “desconocido” que podría volver del revés la campaña presidencial en Chile
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Marco Enríquez Ominami puede revolucionar las presidenciales chilenas |
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
SANTIAGO DE CHILE. Tiene 36 años, es carismático, su mensaje cala entre los jóvenes y le dicen el ''Obama chileno''. El diputado socialista Marco Enríquez Ominami ha irrumpido con fuerza en la campaña presidencial en Chile, aunque el actual sistema electoral chileno pareciera diseñado para neutralizar a candidatos independientes como él.
Cineasta y filósofo, hijo de Miguel Enríquez -fundador del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), abatido en un enfrentamiento con la policía política de la dictadura de Augusto Pinochet- y dueño de una seductora personalidad que opaca y contrasta severamente con la de sus posibles adversarios en la lucha presidencia ha cambiado en pocas semanas el actual panorama político chileno y aún antes de inscribirse, tiene un 14% en intención de voto lo cual ha comenzado a preocupar tanto a los candidatos de la oposición como de la oficialista Concertación.
Ahora para inscribir su candidatura como independiente, necesita realizar varios pasos: el primero de ellos, renunciar al Partido Socialista para presentarse como independiente y luego, reunir más de 35 mil firmas de apoyo que deben protocolizarse ante notario con un costo -para cada firma-, de unos dos euros en gastos que él mismo o quien o quienes le apoyen, deberán sufragar de manera inmediata.
La intención inicial del diputado era competir en la elección interna del oficialismo, pero éste apoyó incondicionalmente a Frei, que concita hoy una adhesión de un 26% contra 35% del opositor derechista, Sebastián Piñera.
Al quedar fuera de las primarias, Enríquez se postuló por su cuenta, apelando a los jóvenes y a los desencantados del oficialismo tras casi 20 años en el poder, con un discurso de cambio que ha hecho que lo comparen con Barack Obama.
Su candidatura disparó alarmas en el oficialismo. El ex presidente Ricardo Lagos criticó la irrupción de Enríquez, señalando que ''no hay espacio para populismos'', mientras que el ex ministro de Gobierno Belisario Velasco cuestionó su capacidad para “dar gobernabilidad''.
''Esta candidatura parte con un diagnóstico: la política es hoy un espacio incapaz de procesar las demandas, sueños y necesidades del Chile post transición'', dijo Enríquez.
''La generación que gobernó en los 70 es la misma que hoy controla los partidos. Las dirigencias han levantado un muro en la sucesión al interior de los partidos. La idea fue pararse frente a la tendencia y dar la pelea por interpelarla y revertirla'', explicó.
La comparación con el presidente de Estados Unidos no lo incomoda. ''Somos portadores de un mensaje y una propuesta que está en línea con lo de Obama. Estamos generando un movimiento tectónico al interior de la élite política'', dijo.
Su candidatura es considerada por analistas como una amenaza al férreo modelo chileno donde mandan dos grandes conglomerados, la Concertación de centroizquierda, y la derecha. También consideran que su candidatura debilita al oficialismo pero también al derechista Sebastián Piñera.
''Enríquez ha subido en las encuestas por las debilidades tanto de Piñera como de Frei, que representan mucho más el pasado que el futuro. Sus candidaturas están construidas a partir de respuestas a los problemas de ayer más que a los problemas de hoy'', explica el analista Patricio Navia. ''Piñera tiene un programa de gobierno que es casi idéntico al del 2005 [cuando perdió frente a la hoy presidenta Michelle Bachelet]. Parece no entender que ésta es una elección diferente, y que el mundo y Chile han cambiado mucho'', agrega.
''Frei fue candidato presidencial victorioso en 1993, pero por más que hable de futuro, lo suyo inevitablemente huele a pasado'', dice Navia.
Por otro lado, el incuestionable temor tanto del oficialismo como de la oposición frente a una posible puja de Enríquez-Ominami es el hecho que este último, puede seducir al inmenso electorado que no participa y que ha hecho de su indiferencia ante los procesos electorales, su arma de lucha contra lo que estiman la corrupción de la clase política generada precisamente –al decir de los analistas-, por el inmovilismo y la no renovación generacional de esa misma clase política empeñada en seguir aferrada al poder a como de lugar. Enriquez-Ominami puede remover esa tremenda fuerza y volcarla a su favor con lo cual podría desbaratar los planes de unos y otros.
La prueba de fuego para Enríquez será conseguir las firmas necesarias para inscribir su candidatura, pero por lo pronto ya logró darle sabor a la carrera por la presidencia chilena.