Toros criollos encienden las tradicionales corralejas en el norte de Colombia

La corraleja "se ha convertido en una identidad (...) Es algo que está muy dentro de la sangre y el corazón de cada individuo de esta noble y sufrida región", explicó hoy a Efe el abogado, historiador e investigador sincelejano Inis Amador Paternina.

Estas corridas populares se celebran en improvisadas plazas y las reses, que se miden a manteros, garrocheros, banderilleros y paragüeros, siempre regresan vivas al corral.

Las de Sincelejo son las más famosas de Colombia y fueron declaradas en 2009 Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Nación, durante el Gobierno del entonces presidente Álvaro Uribe, gran conocedor y aficionado a los caballos y a la ganadería.

Es en los ciclos de la llevada y traída del ganado desde las sabanas hasta los lugares más elevados en el invierno, y en los cantos de vaquería donde "nace esta añeja y legendaria tradición de burlar las reses, de capear los toros y de toda esta afición por la fiesta brava", argumenta Paternina.

Agrega que los festejos taurinos en Colombia "tienen indudablemente también" una influencia española, puesto que "las primeras haciendas en la sabana fueron creadas o fundadas por españoles o por hijos de españoles".

Las corralejas de Sincelejo se desarrollan en una improvisada plaza de madera levantada en un potrero cercano a la ciudad, adonde acude la gente para gozar de la fiesta en medio de la música, el ron y las suertes que realizan los participantes en ellas.

Cuando sale el toro y suena la banda se produce "una excitación", porque aquí "la tauromaquia criolla se combina con el ritmo del porro y el fandango", cuenta Paternina.

"Lo uno tiene que ir aparejado con lo otro, lo uno sin lo otro no sirve", afirma este historiador al recordar que la música "es el complemento esencial" de la fiesta, "única en su género".

Aunque las de Sincelejo son las más famosas, las corralejas se han extendido a otras localidades y se celebran en casi todo el Caribe colombiano.

A raíz de la tragedia ocurrida en Sincelejo el 20 de enero de 1980, cuando un palco de la plaza se derrumbó y hubo cerca de 500 muertos y unos 2.000 heridos, se suspendió la celebración de las corralejas en esta localidad durante unos años, pero después se reanudó, no sin polémica.

En agosto del año pasado, la Corte Constitucional de Colombia rechazó una demanda que buscaba prohibir las corridas de toros, las corralejas y las peleas de gallos con el argumento de que implican un maltrato a los animales.