Posteriormente las Cortes de Cádiz ordenaron su desaparición en 1813; esa fue la segunda vez. La tercera fue en 1820, promulgando las Cortes el decreto de abolición. Y la definitiva, en 1834. Muchos de los rollos o picotas desaparecieron. Otros se convirtieron en cruceros, para su conservación o se utilizaron también como base para imágenes religiosas.
El Santo Oficio de la Inquisición Española -que se crea por una bula del papa Sixto IV, promulgada en 1478- fue la única institución común a las coronas de Castilla y Aragón; impuso la unidad religiosa a falta de la unidad nacional. Fue uno de los grandes Consejos de Estado Puso en marcha un aparato represivo de alto alcance que afectó especialmente a conversos, moriscos, protestantes y a otros muchos que se les acusó de conspirar contra la monarquía hispánica. Hubo miles de procesos por la herejía, cuyo ajusticiamiento estuvo ligado a los 23 tribunales distribuidos por la geografía nacional y posesiones extranjeras, gracias a las “relaciones de causas”. En 1490 la Inquisición estaba sólidamente asentada en todos los reinos.
Este Tribunal intervino para reprimir cada desviación religiosa, entendida como un peligro social e imponer un conformismo ideológico, intelectual y en parte político. Casi la mitad de los condenados fueron en “efigie”, porque habían huido o muerto. El auto de fe era la proclamación pública de las sentencias de los tribunales. Las penas fueron muy diferentes: pérdida de bienes, castigos corporales o muerte, con la entrega a la autoridad civil de los condenados para proceder a su ejecución. Era una sociedad doliente donde la gente vivía a la sombra del miedo permanente.
En Yepes destacamos recuerdos que pudieran estar presuntamente unidos con la Inquisición o dejar alguna constancia de ella: la Cruz Verde, la Picota, la antigua cárcel y una casa nobiliaria, construida ésta a finales del siglo XVI. Representa uno de los ejemplos más destacados de arquitectura civil de esta localidad durante la Edad Moderna, vinculado al poder eclesiástico y nobiliario de la época. Un edificio cercano al estilo herreriano. Hoy conocida como “ La Casa Grande”.
La Cruz Verde, en general, usada por la Inquisición, nos recuerda a uno de sus símbolos inequívocos, utilizada para marcar los lugares donde se realizaban las ejecuciones de condenados por el Santo Oficio. Este emblema se llevaba en procesión antes de los autos de fe y su recuerdo perdura en el nombre de plazas y calles de distintas ciudades y pueblos. Normalmente era de madera y se colocaba en el lugar de las ejecuciones, funcionando como una señalización pública de los actos de fe.
El Santo Oficio estuvo presente en Yepes, como en cualquier otro lugar de Castilla o Aragón, a través de las estructuras inquisitoriales pero, según las fuentes históricas a las que he tenido acceso, no tuvo un tribunal propio pero si su presencia. Por ejemplo destacamos la estrecha relación del cardenal Juan Pardo de Tavera con esta Villa— quien mandó hacer la actual Colegiata— y fue inquisidor general de España desde 1539 a 1545.
La Cruz Verde De Yepes, situada en la plaza del mismo nombre, se nos muestra altiva, paciente y silenciosa, renovada. Es posible que guarde en su memoria dolor y sufrimientos, por haber sido hipotéticamente uno de los lugares donde el Santo Oficio celebró ejecuciones y autos de fe, bajo el “fuego de Dios”y acciones de la justicia, con la gente abarrotada gritando a su alrededor: ¡Viva la fe en Cristo! Probablemente hubiera habido condenados en efigie, corozas y sambenitos, mientras el mandatario inquisitorial procedía a la lectura de las causas y de las penas y se ponían en marcha los momentos de terror y castigo. No tenemos documentación que nos refleje la existencia real de estos actos.
El Rollo Jurisdiccional, Conocido También Como Picota.. Era un lugar de castigo Su símbolo, como rollo, significaba que esta Villa tenía autonomía para hacer justicia, donde se administraban las premisas judiciales existentes. Se usaba asimismo para exhibir a los condenados por el Santo Oficio de la Inquisición, constituyendo un elemento central de la justicia inquisitorial o general en esta localidad. Era un lugar de ajusticiamiento donde se podía castigar a los procesados. Se exponían públicamente las cabezas de los ajusticiados, o los reos por la justicia civil.
Rollo jurrisdiccional o Picota de Yepes. En su parte superior es posible que estuviera coronada por una cruz o una bola o esfera, así como un capitel con cabezas zoomorfas. Estos símbolos remataban la columna para representar el poder y la jurisdicción de la villa, o para ser un monumento conmemorativo de la concesión del villazgo. La Picota, en general, aparece ya regulada en Las Partidas de Alfonso X el Sabio.
Desde el punto de vista artístico podemos señalar que la datamos en el siglo XV, en tiempos de los Reyes Católicos destacando por su graderío de cuatro escalones de planta circular.. Se trata de un Rollo sesgado, sin cabeza, un monumento pétreo, con función simbólica y punitiva, vinculada a la administración civil.
De forma narrativa y algo poética, podemos señalar como “la Picota de Yepes”, permanece decapitada a lo largo de los tiempos pero iniesta, mirándonos siempre con su silencio penetrante, guardando tantas experiencias, de represión y castigos sufridas por los reos que atestiguaron lo implacable que era la justicia con los que la perturbaban y sufrían posteriormente los castigos correspondientes, para que el pueblo comprendiera la extensión de los escarmientos y las penas a las que podían ser sometidos quienes no cumplieran las leyes o sobrepasaran la convivencia”.
Los inquisidores juzgaban delitos, que pudieron estar alguno de ellos presentes en el entorno de Yepes, como: los relacionados con la herejía, las blasfemias, las malas costumbres (la brujería o la bigamia), censura de libros, textos o imágenes y otras actuaciones peligrosas para la fe o las buenas costumbres.. Al ser este pueblo un señorío eclesiástico del arzobispado de Toledo, el control de sus habitantes podría haber sido más notorio.
Los pasos a seguir en los enjuiciamientos inquisitoriales, normalmente eran: la denuncia, la presencia de los testigos, la prisión (recuérdese que en Yepes la cárcel estaba muy cerca de la Cruz Verde), los interrogatorios, la acusación, la sentencia, la ejecución de las penas y difícilmente la absolución. Los inquisidores interrogaban hasta el final a quienes se enfrentaban junto a ellos ya fueran denunciantes o denunciados. Buscaban nombres, casas calles, parentescos, para realizar los apresamientos. Cuando una persona era detenida, la Inquisición requisaba sus bienes para cubrir los gastos derivados del proceso.
El Tribunal del Santo Oficio fue un instrumento muy importante para el sometimiento social, gracias a mecanismos y herramientas represoras, tanto seglares como religiosas.
Como noticia curiosa en el ámbito provincial, señalar que el primer auto de fe, registrado documentalmente en Toledo,” tuvo lugar el domingo 12 de febrero de 1486 donde participaron 759 judeoconversos reconciliados, quienes tras admitir públicamente su adhesión al cristianismo, recibieron penas como: abjuración de sus antiguas creencias, imposición de misas, rezos y multas económicas. Comenzaba en la ciudad y sus pueblos, un período de represión y castigo interminable”. La sede del Tribunal de la Inquisición se encontraba en la plaza de San Vicente. Este fue el que más mujeres juzgó y persiguió tras haber sido acusadas de actos implícitos o explícitos con el demonio, procesos que superaron un alto número de juicios que nunca fueron castigados con penas de muerte. Los castigos impuestas tenían mucho que ver con la vergüenza pública, la marginación social, azotes, destierros, cárcel, pero no con la pena capital.
Todo valía en aquel Toledo cuyas gentes luchaban permanentemente por la supervivencia., sobre todo los que de alguna manera fueron juzgados por tener creencias paganas y heterodoxas.
En Yepes, como en otros muchos pueblos más, la Inquisición tuvo una presencia significativa, en el ambiente social existente (al menos en teoría) basándose en una red de comisarios, confesores y familiares que actuaban como ojos y oídos del Santo Oficio, vigilando las conductas de los vecinos, denunciando sus irregularidades y ayudando en la detención de sospechosos.. Estos individuos locales, a menudo con influencia en sus comunidades, actuaban como anclajes esenciales para la actuación de la Inquisición y, a medida que el Tribunal del Santo Oficio declinaba, también lo hacían la fuerza y el atractivo social de su presencia en la vida rural..