Ese fue el momento cumbre del papel de la actuación pública en Estados Unidos, tras los proyectos de la Gran Sociedad, en los primeros años del mandato de Johnson y por supuesto del New Deal de F.D. Roosevelt. En Europa el estado sienta las bases del éxito del capitalismo durante los llamados 30 (años) gloriosos, que duran desde el fin de la segunda guerra mundial, hasta la primera crisis del petróleo en 1973 .
A partir de ese momento el pensamiento económico conservador consigue colocar al individuo como eje del sistema desplazando a la sociedad. El proceso culmina en los tiempos de Reagan y Thatcher -no existe la sociedad solo los individuos- con masivas privatizaciones y reducciones de impuestos. Es un modelo que sigue vigente. Incluso cuando fuerzas aparentemente progresistas ganaron las elecciones en Europa: Blair y González o en América: Clinton, no intentaron regresar al intervencionismo, sino que, con la atinada denominación de Tercera Vía fusionaron ambos modelos dotando al nuevo de un rostro más humano .
Este nuevo, ya no tan nuevo, paradigma, se ha instalado en el imaginario de muchos actores. Están convencidos de que hay sectores de la actividad económica que funcionan y en muchos casos tienen éxito, gracias exclusivamente, o casi exclusivamente, a la iniciativa privada. Eso es lo que ocurre en España con la principal actividad de nuestra economía cuyo éxito se debería tan solo a la actuación de unos grandes empresarios.
Como señala Wolf ,las sociedades actuales se basan en instituciones que ofrecen estabilidad, seguridad y previsibilidad. Las instituciones más importantes son las del Estado. Wolf cita a Fukuyama al señalar que sin un servicio público neutral, competente y profesional la sociedad no funciona.
Incluso en el actual contexto de liberalismo económico, el estado sigue teniendo un papel determinante en el proceso de funcionamiento del sistema turístico. Casi desde el momento en el que una familia inglesa, pongamos por caso, porque son los que más nos visitan, abandona su casa en la isla, para pasar aquí unos días en Mallorca y durante el transcurso de sus vacaciones , y hasta que regresa, el estado, a veces la herencia del estado, el suyo o el nuestro, está presente garantizándoles la seguridad física y jurídica .
Del estado dependen la fiscalidad que marca el precio final, el coste de la necesaria energía, muchas infraestructuras, las playas, las costas, los museos y parques naturales donde disfrutan los turistas e, incluso la sanidad. El proyecto turístico mundial más importante de los últimos 50 años el parque Disney, en las afueras de París, fue posible por una intervención masiva del gobierno francés, que ofreció todo tipo de facilidades e incluso inversiones directas como el tren de alta velocidad con el centro o la compra y cesión del terreno .
El sistema no podría funcionar sin la actuación del Estado, pero sí podría hacerlo (mal) sin la iniciativa privada como comprobamos cada vez que visitamos un Parador, pero en todo caso, más vale no hacer experimentos y dejar las cosas como están. Como dicen los americanos: si no está roto no lo arregles.