De ellas o de ellos emanaba una fuerza extraordinaria, estaban en su plenitud y no me refiero en este caso a mí, aunque llegado un momento de mi juventud, hacia los treinta años, cuando obtuve todos los premios el mundo que me lanzaron al conocimiento nacional - no digamos a la fama -, tenía la certidumbre, la certeza de que no existían en España competidores ni enemigos, porque yo era el mejor; sí, “el único enemigo que tenía era yo mismo”…. Y claro se cumplió la profecía, ascendí hasta donde alcanzaron mis fuerzas, y después caí a plomo hasta ese valle oscuro, frío y resbaladizo al que llaman la vida, y que es en realidad España.
De vivir en Londres, París, Nueva York o Boston mi vida y mi destino hubiese sido muy distinto.
Con esto quiero decir que este país, mi país, que es maravilloso en muchos aspectos, es temible y tenebroso en otros. La industria de su cine se caracteriza por su ausencia; las estructuras y el poder teatral o literario son débiles y muy locales, llenos de envidias y de miserias; como nuestros partidos políticos, constituidos por hombres y mujeres que no son hombres de Estado, sino marionetas, la mitad sin estudios ni carreras universitarias y la otra mitad sin el magnetismo y el talento necesarios.
De vez en cuando, muy de tarde en tarde, aparece ante mis ojos una estrella rutilante, una actriz, una pintora o un escritor como lo eran Ava Gardner, Elizabeth Taylor o Richard Burton; Van Gogh o Albert Camus. Pero claro no florecen más ni se desarrollan porque se sustentan y alimentan de un suelo no nutritivo; arenoso e inane.
Es una tierra envidiosa, sí; anodina, cainita y mentirosa.
Pensaba escribir queridos lectores un artículo diferente pero me ha salido este, tras ver en la tele el filme “Notting Hill”, con el elocuente encanto de Julia Roberts y Hugh Grant.
Cuando un joven artista con el talento y el genio al que me refiero nace en mi tierra patria, su única posibilidad de realizarse en el chiringuito donde cante o pinte, es el de cruzarse por casualidad con un Samuel Bronston de la época o un magnate de la “20th Century Fox”, que se la lleve o le lleve a Los Ángeles (California), para incluirla en el reparto o la nómina de “Lo que el viento se llevó”, “El rey León” o “La-La-Land”.
Sé lo que digo, queridísimos lectores, pues si de algo me sirve tener las maletas listas para emprender ese largo viaje, es tras haber contemplado entre pasmado y triste esta realidad a la que me refiero.