Como no tengo tema especial para escribir, lo haré de mis amigos, esa familia elegida, que no carnal, con los que mitigamos igualmente el tempus fugit´r
Mi amigo Luis recibe cada día el parte de la cantidad de agua de los embalses, porque le gusta saberlo, y como el nivel baja el otro día, dada la absorción de estos calores, nos pasó a todos sus conocidos una circular para que no nos ducháramos tanto y acabar con el agua de las presas y pantanos, que ahora no tienen repuesto. Le contesté que yo no me duchaba y alabó mi buen conducta, modelo y ejemplo para todos.
Ayer viernes, cuando venía a recogerme, me comunicó confidencialmente que traía a Puigdemont en el maletero, para que yo le hiciera una entrevista exclusiva. Lamentablemente, se le escapó en el trayecto y me quedé sin primicia mundial.
Por cierto, dado que en la Generalitat de Cataluña, han quitado las pinturas murales sobre el encuentro de la Reina Isabel I y Cristóbal Colón en las Atarazanas, he sacado del desván un viejo cuadro de la Reina y Colón y lo he repuesto en la pared, para desagraviar a esa reina santa, aunque algunos lobies frente su proceso de santidad en la Santa Sede.
A mi sobrina Elisa, que estudió Derecho como yo en la Complutense, le gusta los aforismos jurídicos al igual que a mí, “por su capacidad de síntesis en dos palabras”, explica ella, y nos dedicamos a recordar varios en nuestros viajes semanales en coche a Madrid desde la sierra de Guadarrama. Desde la clásica definición de la justicia como el “suum cuique tribuere” (dar a cada uno lo suyo, sin tener nunca muy claro que es lo que le pertenece a casa cual), hasta el “pacta sunt servanda”, que no cumplen los políticos después de pactar con los ciudadanos un programa, pasando por el “Ad impossibilia nemo tenetur” (nadie está obligado a hacer lo imposible), de Celso en el “Digesto” o el “ius usus inocui” (derecho que permite utilizar a su discreción la posesión ajena, con tal que no haga daño al poseedor).
Hay decenas de aforismos jurídicos en la rica lengua latina, pero lo dejaremos aquí. En el último aforismo citado, “ius usus inocui”, recordé el caso de un conocido mío vecino, Ruslán, un periodista bieloruso, que se vio obligado a emigrar con su familia a España. Con su sola lengua, malamente podría sobrevivir, aunque publicó unos relatos en el Departamento de Estudios Eslavos de la Universidad Autónoma de Madrid, y se dedicó a pintar, porque había sido crítico de arte y vio cómo hacerlo a numerosos artistas. Expuso y vendió algunos cuadros de estilo chagalliano.
Ruslán paseaba por los jardines de la Casita del Príncipe, cercana a nuestra casa, y recogía las manzanas del suelo, que allí se podrían en el suelo, sin la atención de nadie. Tras algunas diferencias o diálogos complejos con los guardias vigilantes, por la dificultad del idioma, se le acabó aplicando el principio de “ius usus inocui” y apropiarse de las manzanas caídas al suelo. Con ellas hacía pastel de manzana y a mí me invitó o me pasó algunos trozos de vez en cuando. Escribo en pasado, porque falleció y ahora se ven las manzanas abandonadas.
Elisa me dijo también que un profesor suyo de la Facultad de Derecho les dijo que “el capitalismo era el sistema económico más real, y por ello permanecía en el tiempo, porque es el que mejor se acomoda a la condición humana, que acarrea el gen egoísta en su naturaleza y no le va lo de trabajar y ganar el cien por cien, para tener que compartir el 70 por ciento con el prójimo vago que no trabaja ni produce, como hace el socialismo. Con un par de ligeros correctivos, el capitalismo funciona de maravilla”. Me dejó pensando.
Elisa me cuenta y de advierte de muchas cosas, por ejemplo, de que a su suegra le robaron la maleta en el AVE, con el ipad dentro. No era el primer caso. No hubo indemnización alguna, porque fue hurto y no robo. Así que atención si se viaja en AVE.
No olvidemos lo que dijo Churchill: en la vida hay, por este orden, amigos íntimos, amigos corrientes, conocidos, enemigos, enemigos acérrimos y compañeros de partido.
Si (
No(
