Esta soberbia exposición lo consigue gracias a un extraordinario trabajo del comisario Eugenio Carmona, tanto en la selección de las obras, como en los textos que las acompañan. Se exhiben cerca de 120 piezas: oleos, dibujos, grabados, muchas de las cuales no se habían visto antes en España. Ha sido fundamental la colaboración del Museo Picasso de Paris, que aporta una veintena de obras, del de Barcelona, pero también del Metropolitan de Nueva York o los de Chicago, Boston, Cleveland o Gotemburgo entre otros .
No hay ninguna pieza de gran formato y solo un par de entre las más conocidas. No son necesarias y probablemente difuminarían el objeto de la muestra.
La exposición nos presenta el momento de la gran transformación de un Picasso que ya había dejado de ser Pablo Ruiz Picasso o incluso Pablo R. Picasso para, a su corta edad de 24 años, convertirse en un actor influyente del mundo artístico apoyado por el galerista Ambroise Vollard y por la influyente Gertrude Stein que le abrió la puerta de América. Llevaba ya un par de añ con su amada Fernande Olivier que también fue su modelo.
La exposición nos muestra a una persona alejada del estereotipo de depredador sexual que le acompañó años después y todavía en búsqueda de su verdadera sexualidad, como se puede comprobar en diferentes piezas.
En ese año se produce su “gran transformación“, termina con el periodo rosa, todavía de aromas tradicionales, para caminar hacia un mundo no explorado pero que explotaría al año siguiente con “Les demoiselles D´Avignon“.
El par de meses que paso ese verano, con Fernande, en Gósol, en el pirineo leridano, donde realizó decenas de trabajos, fueron de los más productivos de su vida no solo por la obra realizada sino por la experiencia adquirida que le permitiría caminar hacia una creatividad fascinante que parecía imposible cuándo llegó. Allí se encontró con el arte románico catalán , precisamente cuando se estaba apropiando del arte ibérico. Vuelve a ParÍs mucho más rico de cuándo se fue y ya no le cuesta asimilar plenamente el “Art Nègre“ de una África redescubierta por el colonialismo de las últimas décadas y observado no como “primitivo” sino como sofisticado.
La máscara “fang”, que se expone, sirve para tapar el rostro, pero también para descubrir lo que el rostro no conseguía enseñarnos , como se ve en el icónico retrato de Gertrude Stein -Metropolitan- en el que el cuerpo está pintado al estilo del periodo rosa, pero la cara tiene los rasgos de lo que deja ver la máscara anunciando el cubismo, que también se intuye en el impactante autorretrato de ese año-Musée Picasso.
También se expone la llamada ”suite de los saltimbanquis”, la primera serie de grabados -15- que realizó, durante los dos años anteriores al poco de instalarse en París y que editó y ordenó Ambroise Vollard, al tiempo que Apollinaire describía literariamente a los personajes. Nos los presenta al comienzo de una tristeza profunda unida a una clara pobreza. La serie evoluciona con la entrada de nuevas figuras, que parece que ya han comido caliente, relacionadas con ese mundo del circo que le siguió interesando durante toda su carrera.
Después de este punto de inflexión Picasso, con la ayuda de Braque, pondría patas arriba el arte universal. Sería la primera vez que lo haría, pero no la ultima. Parece que ese instinto revolucionario le duró hasta el fin, pero nunca se olvidó de lo que le debía a Velázquez, pero también a el Greco y a Goya entre otros.
La exposición del Reina Sofia será recordada años después de que pase esta commerorización.
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