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Opinión: “Desde Mi Despacho...”

Los padres son los responsables de la educación de sus hijos

Por José Manuel López García (*)
miércoles 06 de diciembre de 2023, 23:43h
06DIC23 - MADRID.- Evidentemente, si se analizan las reacciones conductuales de los menores de 18 años es incuestionable que el comportamiento de estos es responsabilidad de los padres. Las malas conductas que molestan y perjudican a los demás, no son imputables a los que las sufren, sino a los que las causan.
Los padres son los responsables de la educación de sus hijos

Es cierto que la adolescencia puede ser complicada, para una parte de los adolescentes, pero eso no significa que estén justificadas las faltas de respeto y las malas actitudes. Ya se sabe que la adolescencia es el periodo de la rebeldía, pero esto no lo justifica todo. Los padres y las madres son lo que tienen que educar bien y con unas normas, para que los buenos modales y la consideración a los demás, sea lo que expresen las conductas de los adolescentes. Puede haber casos aislados, en los que sea necesaria la intervención de expertos en conducta como médicos, psicólogos o psiquiatras, pero si desde la más tierna infancia se da una buena educación, coherente, flexible, pero con reglas de comportamiento firmes y rotundas se logra que, generalmente, los niños crezcan con actitudes amables y respetuosas, pase lo que pase, en sus vidas.

Proyectar las culpas de las conductas disruptivas en los docentes, por ejemplo, no es justo ni coherente o racional. En primer lugar, porque en los centros educativos de enseñanza media los profesores no son policías, aunque sean figuras de autoridad reconocidas legalmente. Se están incrementando, de forma al

Es cierto que la adolescencia puede ser complicada, para una parte de los adolescentes, pero eso no significa que estén justificadas las faltas de respeto y las malas actitudes. Ya se sabe que la adolescencia es el periodo de la rebeldía, pero esto no lo justifica todo. Los padres y las madres son lo que tienen que educar bien y con unas normas, para que los buenos modales y la consideración a los demás, sea lo que expresen las conductas de los adolescentes. Puede haber casos aislados, en los que sea necesaria la intervención de expertos en conducta como médicos, psicólogos o psiquiatras, pero si desde la más tierna infancia se da una buena educación, coherente, flexible, pero con reglas de comportamiento firmes y rotundas se logra que, generalmente, los niños crezcan con actitudes amables y respetuosas, pase lo que pase, en sus vidas.

Proyectar las culpas de las conductas disruptivas en los docentes, por ejemplo, no es justo ni coherente o racional. En primer lugar, porque en los centros educativos de enseñanza media los profesores no son policías, aunque sean figuras de autoridad reconocidas legalmente. Se están incrementando, de forma alarmante, las faltas de respeto en los centros escolares de toda España. Se debe, en parte, a la creciente pérdida de valores que se observa en la realidad social actual, no solo entre los adolescentes o jóvenes, de forma general, sino también entre los adultos. Por supuesto, existe una considerable parte de la ciudadanía incluyendo a los adolescentes que se comporta bien. Me refiero a que es necesaria, cada vez más, una educación en valores cívicos y éticos, ya desde la infancia y especialmente intensa en las familias. Los padres o madres sobreprotectores perjudican a sus hijos, porque al consentir y permitir demasiado a sus vástagos causan efectos indeseados: actitudes caprichosas, desprecio de los límites en las conductas, falta de control de los impulsos, ausencia de respeto a los demás, etc. En estos casos, es evidente que las sanciones contundentes son las únicas que tienen efectos positivos, en el cambio del mal comportamiento. Pero es mejor poner remedios antes con una buena educación, para no tener que llegar a medidas que son pesadas y que tardan, a veces, en hacer el efecto deseado, que es el logro de actitudes respetuosas, a través del diálogo sereno y racional basado en el respeto. Los profesores no son los padres.

El problema de las conductas disruptivas en adolescentes, en mi opinión, se debe a una excesiva permisividad, por parte de las familias. También es cierto que, como se dice en los ambientes directamente relacionados con la psicología, en el 80% de los casos de mal comportamiento el origen de estos problemas está causado, por la mala educación o la falta de ella en los ambientes familiares.

En los institutos los profesores no tienen que ser psiquiatras, para abordar en profundidad problemas de disciplina que provienen, en realidad, de lo que ya se ha comentado. Por supuesto, existen procedimientos más efectivos en los centros educativos para controlar las conductas, pero la tensión nerviosa que pueden tener que soportar los docentes no es admisible, ya que son trabajadores de la enseñanza y tienen derecho a unas condiciones laborales racionales y razonables.

En esta sociedad actual, que es digital en buena medida, se observa otro problema adicional y es que el uso de móviles en las aulas, aunque pueda ser permitido por cuestiones didácticas y pedagógicas, está provocando de forma general, una disminución alarmante de los niveles de atención de muchos alumnos, lo que perjudica su rendimiento académico, sin ninguna duda.

En Holanda, por ejemplo, se ha decidido prohibir el uso de móviles, tabletas y relojes inteligentes desde el 1 de enero de 2024, en la educación holandesa. Los móviles en los institutos son fuente de problemas y conflictos, por el uso irracional de una parte del alumnado, por esta razón en bastantes países de Europa ya están prohibidos en los centros educativos. Con libros y materiales impresos puede ser más que suficiente, ya que otra información puede ser consultada en los domicilios de los estudiantes, sin ningún problema. El control parental del uso de los móviles de los adolescentes, en muchos casos, no es suficiente para evitar las consecuencias negativas de su uso descontrolado, excesivo y que causa adicción y pérdida diaria de muchas horas, que podrían ser dedicadas a estudiar, leer, pasear, hacer deporte, descansar y estar con amigos.

armante, las faltas de respeto en los centros escolares de toda España. Se debe, en parte, a la creciente pérdida de valores que se observa en la realidad social actual, no solo entre los adolescentes o jóvenes, de forma general, sino también entre los adultos. Por supuesto, existe una considerable parte de la ciudadanía incluyendo a los adolescentes que se comporta bien. Me refiero a que es necesaria, cada vez más, una educación en valores cívicos y éticos, ya desde la infancia y especialmente intensa en las familias. Los padres o madres sobreprotectores perjudican a sus hijos, porque al consentir y permitir demasiado a sus vástagos causan efectos indeseados: actitudes caprichosas, desprecio de los límites en las conductas, falta de control de los impulsos, ausencia de respeto a los demás, etc. En estos casos, es evidente que las sanciones contundentes son las únicas que tienen efectos positivos, en el cambio del mal comportamiento. Pero es mejor poner remedios antes con una buena educación, para no tener que llegar a medidas que son pesadas y que tardan, a veces, en hacer el efecto deseado, que es el logro de actitudes respetuosas, a través del diálogo sereno y racional basado en el respeto. Los profesores no son los padres.

El problema de las conductas disruptivas en adolescentes, en mi opinión, se debe a una excesiva permisividad, por parte de las familias. También es cierto que, como se dice en los ambientes directamente relacionados con la psicología, en el 80% de los casos de mal comportamiento el origen de estos problemas está causado, por la mala educación o la falta de ella en los ambientes familiares.

En los institutos los profesores no tienen que ser psiquiatras, para abordar en profundidad problemas de disciplina que provienen, en realidad, de lo que ya se ha comentado. Por supuesto, existen procedimientos más efectivos en los centros educativos para controlar las conductas, pero la tensión nerviosa que pueden tener que soportar los docentes no es admisible, ya que son trabajadores de la enseñanza y tienen derecho a unas condiciones laborales racionales y razonables.

En esta sociedad actual, que es digital en buena medida, se observa otro problema adicional y es que el uso de móviles en las aulas, aunque pueda ser permitido por cuestiones didácticas y pedagógicas, está provocando de forma general, una disminución alarmante de los niveles de atención de muchos alumnos, lo que perjudica su rendimiento académico, sin ninguna duda.

En Holanda, por ejemplo, se ha decidido prohibir el uso de móviles, tabletas y relojes inteligentes desde el 1 de enero de 2024, en la educación holandesa. Los móviles en los institutos son fuente de problemas y conflictos, por el uso irracional de una parte del alumnado, por esta razón en bastantes países de Europa ya están prohibidos en los centros educativos. Con libros y materiales impresos puede ser más que suficiente, ya que otra información puede ser consultada en los domicilios de los estudiantes, sin ningún problema. El control parental del uso de los móviles de los adolescentes, en muchos casos, no es suficiente para evitar las consecuencias negativas de su uso descontrolado, excesivo y que causa adicción y pérdida diaria de muchas horas, que podrían ser dedicadas a estudiar, leer, pasear, hacer deporte, descansar y estar con amigos.

José Manuel López García (*)

(*) José Manuel López García es Doctor en Filosofía y Profesor

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