Dicha novela, una historia de amor y de muerte fue llevada al cine por Pedro Lazaga, con banda sonora de Antón García Abril. Fue rodada en inglés y en castellano y estrenada en Madrid, antes de recorrer el mundo entero. Linne Frederick y Marc Burns la protagonizaron, ella se casó después con Peter Sellers, y él protagonizó el filme “Muerte en Venecia” de Luchino Visconti, sobre texto de Thomas Mann.
La gente me paraba por la calle para pedirme autógrafos y una cola de hombres y mujeres me asediaban día y noche….Pero yo estaba en otra dimensión, soñaba quizá con ser premio nobel, además – cosa curiosa y absurda – no imaginaba que algún día tendría que morir…, porque los demás morían, pero yo habitaba una alta montaña en un castillo como el de Blanca Nieves, alejado del ruido y del bullicio de mis semejantes.
Pero el 21 de marzo de 1975, el castillo de cristal donde yo habitaba estalló en pedazos, y yo me precipité en caída libre por un abismo insondable hasta un lugar frío, oscuro, resbaladizo e inquietante, al que la gente común suelen llamar LA VIDA.
Así he permanecido durante largos años, cosechando alegrías y tristezas, éxitos y fracasos, rodeado de gentes afanosas y sudorosas que iban y que venían sin tener muy claro su objetivo.
Fue también por aquel entonces que me esforcé por ser como uno más, pero jamás olvidaré el castillo de cristal en la cima de aquella montaña indescriptible e inefable donde viví los años más felices.
Los premios siguieron cayendo, y las obras de teatro, y los aplausos y los vítores, pero con la oscura conciencia de que llegaría un final.
La otra noche, con un frío polar, un compañero arquitecto tuvo que empujar la silla de ruedas que ahora utilizo para ir a la alcoba del hotel que habito, y tomé conciencia por vez primera – cosa curiosa – que hay dos cosas nefastas; morir demasiado joven, o por el contrario sobrepasar el tiempo razonable de una vida útil y digna.
Es un castigo que no conocía y un pensamiento que jamás me había penetrado. Ahora sé que la vida debe tener un límite y que la muerte en lugar de ser una desgracia está pensada y creada por Dios, como una liberación.