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AIDA, de Giuseppe Verdi, en el Teatro Real de Madrid
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AIDA, de Giuseppe Verdi, en el Teatro Real de Madrid

Por Concha Pelayo (*)
domingo 13 de noviembre de 2022, 23:52h

13NOV22 – MADRID.- Fue el pasado año, en 2021, cuando, en El Cairo, se produjo un espectáculo único, y que consistió en el traslado de 22 momias de reyes y reinas que llevaban enterradas tres mil años bajo las piedras y la arena del Valle de los Reyes. Estas momias fueron transportadas desde el Museo Egipcio hasta el Museo de la Civilización en espectaculares carrozas, a lo largo de tres kilómetros ante millones de egipcios. Cuatrocientos canales de televisión de todo el mundo pudieron ver el cortejo.

Presenciando la ópera de Aida en el Teatro Real, no pude evitar pensar en aquellos fastos y comparar la magnificencia que derrochaba aquella ceremonia con la fastuosidad que me ofrecía el escenario del teatro.

Una historia de amor imposible, entre Radamés y Aida, una esclava etíope que está al servicio de Amneris, la hija del Rey egipcio, que, como no podía ser de otra manera está enamorada de Radamés, el amor de Aida.

Pero, mientras el espectador se conmueve ante esta tragedia amorosa pasan ante sus ojos esclavos que se arrastran bajo los azotes de los opresores, desfilan los sacerdotes y las sacerdotisas, las bailarinas; todos ellos portando estandartes, banderas o lanzas, mostrando toda la iconografía egipcia. Y, cómo no, nos viene a la mente la legendaria ruta de la seda donde los mercaderes atravesaban el SIC por Petra para llegar a Egipto con ingentes cantidades de sedas, brocados y todo tipo de tejidos de la mejor calidad para vestir a los faraones y a su corte.

Todo ello va mostrándose, en magnífica procesión, o cortejo, de izquierda a derecha o de derecha a izquierda del escenario para trasladarnos al antiguo Egipto ante los hipnotizados ojos del espectador que no puede dejar de mirar y asombrarse ante lo que ve.

Egipto está en peligro pues los etíopes amenazan sus fronteras y el Faraón decide que será el valiente Radamés quien acaudille el ejército egipcio contra el invasor. Aida, al enterarse, se siente confusa pues ve divididos sus sentimientos entre el amor y el patriotismo.

Radamés sale victorioso de la misión que le ha sido encomendada y la hija del Faraón, celosa, quiere probar sus sospechas y tiende una trampa a Aida diciéndole que Radamés ha muerto en la contienda. Aida palidece demostrando su desolación y angustia, pero no tarda en darse cuenta de que le han mentido y que Amneris ama también a Radamés. Está a punto de descubrir sus orígenes como hija del rey de Etiopía, pero calla.

En el escenario una de las pirámides se va llenando de soldados que van accediendo por las empinadas piedras portando sus lanzas y sus estandartes mientras cantan y disfrutan de la victoria. Nos hemos trasladado a Egipto, tal es la perfecta recreación de la puesta en escena. Actores, coreografías, acróbatas y bailarines danzan y se contorsionan por el escenario, mientras la belleza y esbeltez de las mujeres se muestra como hadas surgidas de las mejores leyendas. Sus túnicas frágiles y de vivos colores contrastan con los musculosos hombres, semidesnudos, que se mueven con inverosímiles movimientos como si hubieran entrado en una desconocida dimensión. Todo ello va dejando una estela de magia en el espectador mientras la música verdiana llena el coliseo. No aparece el Nilo, pero allí está, en esencia, con sus fértiles riberas rodeadas de las arenas del desierto que brillan bajo el sol.

Amneris amenaza con vengarse de Aida, mientras se recibe a Radamés con vítores triunfales y acompañados de sus tropas y de los esclavos que caminan torpemente arrastrándose sobre las arenas del desierto.

Radamés pide clemencia para los prisioneros entre los que se encuentra el rey etíope, padre de Aida. Entonces, ésta, al ver a su padre entre los prisioneros confiesa que es su hija y pide clemencia.

Se aconseja al rey de Egipto que los ejecute, pero éste prefiere liberar a los prisioneros para que Amonasrro, padre de Aida sea su rehén. Como premio concede a Radamés la mano de su hija.

Ante la inminente boda entre Radamés y Amneris, Aida va a encontrarse con su amado, en secreto. Mientras, el padre de Aida ya sospecha del amor entre ambos y pide a su hija que medie para descubrir un paso secreto que atraviesa la frontera egipcia.

Aida y Radamés son descubiertos mientras conversan y Radamés, es prendido por traidor y se le aplica la peor de las condenas; ser enterrado vivo. Y llega el final de esta historia de amor imposible. El escenario, para la ocasión, se ha oscurecido y Radamés lamenta su triste destino. Le rodea la fría losa y sus pobres pertenencias. De pronto, se muestra Aida que se ocultaba en la oscuridad. Ha pedido ser enterrada viva para morir a su lado. Se abrazan.

(Tanto a la entrada como a la salida del teatro, un grupo de manifestantes ucranianos se manifestaban de forma pacífica con voces y pancartas para recriminar a los asistentes a la ópera por ir a aplaudir a la soprano Anna Netrebko, amiga de Putin).

Ficha técnica:

Consta de cuatro actos

Aida: GIUSEPPE VERDI

Libreto. Antonio Ghislanzoni

Aida se estrenó la primera ven el El Cairo el 24 de diciembre de 1871

Tres años después se estrena en el Teatro Real, en1874

En coproducción con Abu Dhabi Music and Arts Foundatgion

Dirección musical: Nicola Luisotti

Dirección de escena: Hugo de Ana

Coro y Orquestas del Teatro Real

Tiene una duración de dos horas, cincuenta minutos.

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