Si lo vemos con la crueldad de la experiencia sensorial, no hay nada más triste que contemplar a un ser que has querido intensamente y comprobar cómo se apaga, como se le termina la vida, cercado por temibles dolencias que amenazan con liquidar su cuerpo, el receptáculo que ha dado pie a que esa persona exista, sienta y piense en el seno de la oscuridad inmensa del tiempo de la galaxia.
Si analizamos de esta manera la realidad no hay cosa más cruel y cenicienta.
Pero nuestro deseo es que esa luz efímera, sublime e instantánea se prolongue y eternice de alguna manera.
Pues por otro lado esa persona que envejece y puede llegar a desaparecer, como si jamás hubiese existido, es una persona buena, esforzada y sacrificada que no merecería morir, de ninguna de las maneras, y sin embargo el tiempo cósmico se ceba en su pequeño cuerpo doliente.
El espectáculo es desolador, en primer lugar porque ves como se va envejeciendo y deteriorando, como va perdiendo incluso sus facultades mentales; pero por otro lado comprendes que él existe porque tú le contemplas y le ves, pero tú también envejeces y comprendes que tu tiempo se termina, y la otra persona vive porque tú le estás contemplando. ¿Pero qué será de él cuando tú le dejes de contemplar, ya que de qué otra manera existe para que le estés aun viendo ?.
Esto hace pensar que el hecho de vivir, el hecho de estar aún vivo es un regalo, un don maravilloso e incomparable que no solamente no se paga con dinero, sino que no hay dinero suficiente en todo el mundo para poder pagarle.
Esta forma de pensar y de ser - existencialista y nihilista pura -, sume al ser humano en la más profunda y doliente tristeza.
El regalo del Cristo en la Cruz cuando dijo las palabras intensamente consoladoras: “hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso”, dan la clave y la salida.
¿Qué es el paraíso?. Es una situación, un lugar cuya luz nunca se apaga, perteneciente a la luz cósmica, inmensa e inextinguible del tiempo de la Galaxia.
¿Pero es ello posible si estás exhausto y a punto de extinguirte, de apagarte en la nada?. Solo a través de una fuerza que no viene de ti. Viene de un Ser etéreo e invisible, inmaterial y luminoso, todo él energía; creador y señor precisamente del tiempo galáctico, del tiempo cósmico, que te insufla un soplo de divinidad, en lo que se ha quedado en definir como el Espíritu Santo, o espíritu de aquel que existe desde siempre y por los siglos de los siglos, pues es el Señor del Tiempo, del tiempo galáctico y del tiempo cósmico.
Todo esto tiene mucho de misterio, es como el juego de un mago, y de algo que llamamos la esperanza. ¿Qué es por lo tanto la esperanza?; algo que esperamos porque aún no lo tenemos. ¿ Y eso puede aliviar la angustia y el horror se produce pensando que vamos hacia la nada?.
Pues sí. No sabemos con certeza donde han ido a parar nuestros parientes y amigos desaparecidos, pero tenemos la esperanza de volver a encontrarlos algún día más allá de las estrellas.