“El hombre que no quería hacer el amor”

Carmen que ha triunfado en el teatro - lo que da de sí claro -, en el solar patrio es casi una desconocida en el ámbito de lo narrativa, y yo tantas veces premiado y tantas también obviado quiero hacerle justicia y reconocer que este libro que acaba de sacar trata un tema tan profundo, delicado y terrible a la vez que merecería el más alto premio al talento, el esfuerzo y el tesón de una mujer que por otro lado tan singular.

Trata Carmen del Edipo, del amor posesivo y absorbente de esas madres y esposas que malogran y destruyen a sus hijos en su amor posesivo, chantajeador de cualquier libertad.

He conocido muchos hombres, demasiados con el problema de José María protagonista de este libro, hombres de ambigua sexualidad y que viven al amparo de su madre, que sufren un perpetuo conflicto pues aman a las mujeres, pero rechazan una relación íntima, los que le ha llevado cercano ya a los cincuenta a una escasa y conflictiva vida íntima y sentimental, creando un oscuro y cavernoso mundo paralelo y ficticio.

Estas personas llegan a morir sin haber vivido, algunos subliman ese “amor imposible” y célibes, con fama de santos, se extinguen y se van como vinieron. Incluidos las madres perversas o inconscientes llegan a comentar con otras congéneres la suerte que tienen al llegar a tener lo que ellas no disfrutan: nietecitos. Ellas precisamente verdugos de esos “nasciturus” que nunca llegarán.

Psicoanalíticamente puedo añadir de mi cosecha que los psiquiatras más competentes dudan durante años si esos paciente sufren el “complejo de Edipo” o son simples egoistones, partidarios engañados de “el buey solo bien se lame”…… pero es que el buey solo se lame sus llagas purulentas, las llamadas del “no ser”.

Otros más directos llegan a decir a esas madres, como la de José María, el del libro, “usted está matando a sus hijos”…Pero tampoco vale, pues esa frase de acuerdo con el análisis freudiano y de Carl Jung tendría que haber salido de la propia boca del paciente, para entrar por sus oídos.

De ahí la enorme dificultad que tienen esa personas, capturadas en la trampa.

El talento extraordinario de Carmen Resino y su voluntad de trabajo permanente y solitario, al que a mí me gustaría definir con aquel apodo utilizado por Paco Umbral de “la bestia de carga de la literatura”, sería aplicable a nuestra autora tan genial como escasamente reconocida en su propio solar patrio.

Agradezcamos al destino la publicación de “EL HOMBRE QUE NO QUERÍA HACER EL AMOR”, como forma de conocer esas tragedias incruentas y anónimas.