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Cuento: “Columna del Bárbaro Gentil...”

Dolor referencial

Por Carlos Morales Fredes (*)

lunes 01 de marzo de 2021, 00:56h
Dolor referencial

28FEB21.- Despertó sintiendo la diestra empuñada. Tan apretada, tan crispados los dedos contra la palma, que la incomodidad se hacía contigua al dolor. Quiso extenderla, pero no pudo. ¿Cómo desplegar una mano que no se tiene?

La industria automotriz, de la zona industrial, donde cumplía funciones contaba, entre su implementación, con una “máquina de estampado industrial metálico”. El monumental artilugio tenía como función transformar una simple lámina de metal en una cubierta de motor, una puerta, o el combado techo de un vehículo. Todo esto gracias al vertiginoso embate de su formidable martinete hidráulico. En el turno correspondiente, era él quien operaba el ingenio electromecánico. No obstante las extraordinarias dimensiones y su poderío, era un aparato confiable. Contaba con una célula de seguridad fotoeléctrica, capaz de detectar objetos del grosor de un cabello. Un accidente debido a fallas humanas era impensable. En el hipotético caso de que siquiera una mosca invadiera su radio de acción se accionaba un mecanismo de contención que lo frenaba automáticamente.

En el ámbito de la neuropsiquiatría, el fenómeno de sensibilidad en miembros amputados no era nada nuevo. La literatura médica daba fe de ello. “Dolor referencial” era el término acuñado para definirlo. Miles de personas, luego de sufrir la pérdida de algún miembro de su anatomía, testimoniaban haber sentido dolor, picazón, o molestia, en la intangible zona que otrora ocupara la extremidad desarraigada.

La gruesa lámina metálica había quedado montada sobre un ángulo del molde inferior del artefacto, y él quiso solucionar el problema sin perder tiempo ni afectar la producción diaria. No era la primera vez que lo hacía. Nadie pudo dilucidar cómo el extremo de su brazo derecho logró eludir el sistema de protección incorporado a la estampadora industrial.

Su diestra se convirtió así en una viñeta de sangre garabateada sobre el capó de un automóvil.

Al cabo de un tiempo, el atormentado tránsito entre aceptación y rechazo derivó en resignación. Pero el infructuoso amago por llevar la extremidad ausente a la cara, o la tentativa inútil de alcanzar algún objeto, volvía a instaurar, dolorosamente, el sentimiento de pérdida.

Sicólogos y siquiatras insistieron en la capacidad del ser humano para sobreponerse y superar los traumas. Instándolo a concentrase y abrir, al interior de su mente, la tácita mano agarrotada. Nada de ello impedía no obstante que la omitida diestra se mantuviese, imaginaria y obstinadamente, cerrada.

El lastre de un miembro irreal, pero latente, luchando por mantenerse adosado a la extremidad donde había pertenecido, terminó por reflejarse en su semblante. Sería por ello que no le causó extrañeza la pregunta del hombre.

– ¿Aún le molesta? El sujeto lo interrogaba desde el extremo opuesto de la cerca que separaba los animales del público.

En ese momento, él era uno más de los que se entretenían observando las bestias enjauladas, y los afanosos intentos del personal circense, por alzar la carpa en el sitio eriazo. Sin esperar respuesta, el tipo continuó:

–Yo trabajo en el circo; hace un año un colega trapecista perdió la pierna en un accidente. Meses después, aún le dolía el miembro ido. El asunto me causo curiosidad, y como soy bueno para leer, busqué información. –Decía... porque hasta me lo sé de memoria: “En ocasiones, la mente no acaba de asumir la pérdida, manteniendo la conexión síquica con el órgano faltante, y éste sigue allí, omnipresente”.

Él lo miró inmerso en un silencio dubitativo.

–Sigue empuñada aquí –contestó después de un rato, señalando su cabeza. –Supongo que, al momento del accidente, apreté el puño, y así permanece... en mi mente.

–¿Se atrevería a intentar algo, amigo? –preguntó el desconocido, mirándolo a los ojos.

–En su caso, podría servir un truco que descubrí en mi trabajo. Soy mago de profesión, y entre otras cosas, realizo rutinas con espejos. – ¡Vamos, insistió el nigromante! –Ni usted ni yo perdemos nada.

Sus palabras prevalecieron sobre la desconfianza natural y la lógica. Además, la curiosidad no era menor. Y, por cierto, ¿qué perdía?

Ingresó a la maltrecha casa rodante con una expresión de resignado escepticismo. El autoproclamado mago hurgó al interior de unas cajas hasta hallar un objeto envuelto en lienzo aterciopelado. Despojado de la tela que lo cubría, se apreciaba un precario dispositivo rectangular. Contaba con dos orificios de entrada, y una cantidad de espejos dispuestos con tan escrupulosa simetría que le recordó vagamente los caleidoscopios de su niñez. Desprovisto de tapa, permitía ver su interior.

El hombre lo puso sobre una pequeña mesa, y le instó a introducir empuñada la extremidad sana en una de las aberturas; y el muñón en la otra.

Por un intrincado fenómeno óptico de reflejo, el extravagante artificio las duplicó, consiguiendo la notable ilusión, de mostrar sus dos manos cerradas. Con el espíritu aún sobrecogido, observó que el mago, sosteniéndola con la punta de los dedos, ponía en su campo visual una moneda. Seguro ya de haber captado su atención la dejó caer sobre el artefacto. Él, obedeciendo a sus instintos, quiso atraparla. En ese instante pudo contemplar, con los ojos anegados, el prodigio de sus manos extendidas.

* Carlos Morales Fredes – Es un poeta, narrador, cronista, (1951) chileno, residente en la ciudad de Arica, en el extremo norte de Chile. Es socio fundador del Club de Lectura “Cuenta conmigo”. Columnista del periódico ariqueño “La Estrella De Arica", periódico en el que ha conseguido ser el columnistas más leído. Primer premio regional en poesía (1986). Premio especial prosa en concurso nacional de Empresas Denham (2008). Obtuvo en dos oportunidades el “Premio a la creación” del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes con sus obras “Ausenciando”, (cuentos, 2008) y “De Corín Tellado y otras novelas de bolsillo”, (novela, 2015). Es autor de “Crónicas de aeropuerto”, “El resucitador en serie”. Ha participado en numerosas Antologías: “Avisos desclasificados Vol. I”, “La Nueva Nortinidad”, “Catálogo de Escritores de Arica y Parinacota”, (Cinosargo). “Identidad y Pertenencia”, “Muestra Literaria de escritores de Arica y Parinacota”, (Cinosargo), “Antología De Los Extremos De Chile”, Arica–Parinacota, Magallanes–Antártica. Antología de escritores de Arica–Antofagasta, “Antología del Cuento Chileno vol. II”, (Mago Editores), 2016, “Los Diez Mejores Cuentos de Arica–Parinacota” (2018), Antología Binacional Arica–Parinacota, Chile. Madrid–Valencia, España. Su obra “De Corín Tellado y otras Novelas de Bolsillo”, ha sido incorporada por la Doctora Soledad Maldonado Zedano, a su cátedra en la Universidad San Agustín, Arequipa, Perú. (2019)

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