Situado en la zona conocida como El Relleno, en la margen derecha a la entrada de la villa por el puente viejo, llama la atención a los muchos visitantes, mientras constituye un paisaje habitual para sus vecinos, algunos de los cuales protestaron, en su momento, su plantación al entender que era más apropiados otros árboles autóctonos, como robles o hayas.
La plantación se efectuó por encargo del ingeniero de la entonces Diputación Provincial de Santander, Manuel Cea. El presidente del ente provincial era en aquellos años Carlos García Mauriño y alcalde del municipio barquereño Manuel Blanco.
Agustín Escalante nos ha recordado la fecha, para él difícil de olvidar, ya que los trabajos se iniciaron al día siguiente de que nacía su hija Sara. Y nos relata que, por falta de presupuesto, no hubo dinero para mejorar el terreno con tierra vegetal, ya que las “condiciones eran pésimas” porque el solar, como su nombre indica, era una zona de relleno de arena y escombros, pero, pese a ello, las palmeras tuvieron una perfecta adaptación y crecieron muy bien.
Él defiende la elección de esta planta porque “las palmeras se dan en primera línea marina, cosa que no hubiera podido ser si se llegan a plantar otras especies autóctonas, como querían algunos habitantes”.
Allí se plantaron 36 ejemplares de la especie Phoenix canariensis, originaria de la isla de La Gomera, así como una serie de arbustos intercalados, algunos de los cuales aún se conservan de las clases chopo bollana, forniun, porun japónica, pitos porn japónica, aleanus ebinguei y prunus piscardii.
Tenían apenas un metro de altura y los vecinos se quejaban porque esperaban ver, al principio, un crecimiento más rápido. Sin embargo, ahora, se sorprenden por su gran altura y por el bello conjunto que forman.
Pero, lo cierto es que en todo el norte de España no existe otra plantación igual, pues es más habitual del clima mediterráneo e incluso tropical.
En el Cantábrico si es normal que en parques o en algunos jardines privados se alce algún ejemplar aislado de palmera. De hecho, prácticamente todas las fincas de las conocidas como casas de indianos cuentan con alguna palmera, como recuerdo de la estancia de sus propietarios en América.
Dice Escalante que “cada vez que vengo a San Vicente de la Barquera me acuerdo de cuando las plantamos”, a la vez que espera que las palmeras “tengan larga vida” si bien reconoce que se pueden llegar a secar el día que las raíces empiecen a captar agua salada.
“Yo conozco ningún palmeral como este en todo el Norte de España”, asegura, mientras dice que “cada tres o cuatro años hay que podarle para que se clareen los árboles”. Cuando cumpla el palmeral sus “bodas de plata”, piensa celebrar la efemérides, como no podía ser de otra forma, disfrutando con una comida en alguno de los restaurantes que hay en la villa marinera, a la vez que llama la atención sobre la importancia de sus podas. En tiempo la corta de sus ramas se solía llevar a cabo coincidiendo con la festividad de Reyes para aprovecharlas para la decoración de las cabalgatas de las localidades de la zona.
La empresa Viveros Escalante, ubicada en Mazcuerras, cuenta con una larga tradición. Fue creada por Agustín Escalante, bisabuelo del que llevó a cabo la plantación de San Vicente de la Barquera. Ha creado parques públicos en muchas localidades de Asturias y País Vasco, así como en otros puntos de España. Numerosas son sus creaciones arbóreas públicas repartidas por la región cántabra. En Santander, en Las Llamas y en el Parque del Doctor Morales, entre otros puntos, así como en Torrelavega, Laredo, Camargo, Santoña, Miengo, y Meruelo, solo por citar algunos.