Entonces la tierra hubiera seguido rodando, con desperfectos claro, pero hoy es una catástrofe. Millones de empleos perdidos, aviones varados, resentimiento de algunas poblaciones locales hacia esos mismos turistas que buscaban afanosamente hace solo un cuarto de hora.
Las primeras reacciones ante este tipo crisis son siempre de repliegue. Localismo, provincialismo y nacionalismo. Cierre de fronteras, y no solo internacionales, y sálvese quien pueda. Por supuesto todo eso no vale de nada. Nuestro mundo ya es global, y así lo hemos querido, pero es que además, el turismo vive precisamente de lo contrario; la globalización es el espacio donde nace y crece.
Los Gobiernos reaccionan de formas muy parecidas, unos un poco antes, otros un poco después, poniendo a los caracoles en formación. Pero cuando creen que lo peor ha pasado, o al menos ha pasado el gran temor, quieren reanudar el comercio y el turismo internacionales de los que viven tantos millones de personas, pero de repente se dan cuenta que a lomos de caracoles no se va a ninguna parte y quieren que se vuelva al automóvil o al avión si se dan las condiciones sanitarias necesarias, pero el avión en vez de estar en Londres se encuentra en Teruel y los alojamientos en los destinos han echado el cierre.
Para que se pueda encender el motor hace falta que haya al menos un poco de gasolina en el deposito o lo que es lo mismo un mínimo de clientes que permita al hotelero o a la compañía de aviación arrancar. Por supuesto los primeros en moverse, en coche sin duda serán los que se aventuren al principio solo unos kilómetros para avanzar luego hacia lugares más lejanos. Las autoridades responsables piensan que como el que viene de más lejos va a tardar todavía mejor es dedicarnos al vecino.
Estoy convencido de que esto es lo que está ocurriendo en España, donde una Secretaría de Estado, capitaneada por gente sin experiencia internacional ni dominio de los idiomas de nuestros clientes, se estará auto convenciendo de que lo mejor que puede hacer con el poco dinero del que disponga será realizar una campaña de promoción del turismo interior. Sería un error de libro impropio de uno de los países líderes en el sector.
Muy al contrario ahora más que nunca son necesarias campañas de marketing estratégico en nuestros principales mercados europeos para mantener viva la llama del deseo, explicar a nuestros clientes las medidas que se están tomando para que puedan volver a visitarnos de manera segura y decirles a nuestros socios, compañías aéreas y turoperadores que el sistema se va a poner en marcha pronto. La población, con una renta disponible tocada se lo pensará más que antes a la hora de tomar la decisión.
En realidad podrán volver más pronto de lo que los profetas del mal auguran. Hasta el Secretario de Estado alemán Bareiss ha lanzado un mensaje de optimismo para el fin del verano. Algunos ya están trabajando en la apertura de pares de rutas aéreas seguras entre las que se encontrarían aquellas cuyo destino será uno de los tres aeropuertos de Baleares. En septiembre todos los aeropuertos canarios estarán recibiendo turistas, eso sí en menor cantidad que antes. La planificación para la temporada de invierno ya está en marcha. Los turoperadores- que tendrán mayor importancia relativa por asuntos de seguridad-y las compañías aéreas, al igual que los hoteleros saben que este año van a perder dinero -de lo que se trata es de sobrevivir- pero los que estén preparados saldrán del agujero a partir del próximo año, con menos competencia-. El volumen no será el mismo en los próximos años, pero los supervivientes serán más fuertes. Vendrán menos pero cada uno gastará más. Harán menos viajes pero cada estancia durara más.
A esos que nos van a ayudar a nosotros son a los que nosotros tenemos que ayudar. Para eso se creó Turespaña, para eso tenemos 32 Oficinas en todo el mundo.
Turespàña no existe para hacer campañas de turismo interior, ni tiene la competencia ni tiene el presupuesto. La Comunidades Autónomas tienen plena competencia en Turismo . A ellas les corresponde promocionarse dentro de España y competir abiertamente.
Que cada uno haga su trabajo y entre todos conseguiremos arrancar el motor y que el vehículo empiece a andar. Al principio más despacio pero más adelante a buena velocidad desprendido del innecesario lastre.