¿Por qué es necesaria la figura del Procurador?
Los proceso judicial es muy formalista, llenos de plazos, trámites, diligencias y notificaciones. Todo ello conlleva una pesada carga administrativa que debe asumirla un profesional debidamente preparado para ello. De esta manera se permite al Abogado que pueda dedicarse a centrarse en el fondo del asunto quedando las cuestiones formales reservadas al Procurador. Ambos profesionales forman un equipo en el que el Procurador como especialista procesal informará de los plazos, vías legales, recursos y opciones que quepan en cada momento.
El Procurador es un operador jurídico en la práctica judicial. Se trata del representante procesal de una persona ante los Tribunales. De otro modo esta persona tendría que acudir personalmente a realizar multitud de actos y gestiones.
Sus funciones están tasadas en la Ley pero en síntesis se basan en la actuación en nombre del cliente presentando escritos, impulsando los procedimientos recibiendo comunicaciones y gestionando la consignación judicial.
¿Cuál es el valor añadido de un buen procurador?
Si bien la Ley, en la mayoría de los casos, obliga a personarse en los procedimientos representado mediante un Procurador, ello no significa que nos deba dar lo mismo uno u otro. Normalmente cada abogado trabaja con uno o varios procuradores de su confianza, que se adaptan a su forma de trabajar pero puede ser el cliente quien contrate directamente al Procurador que él elija.
Aunque las funciones del Procurador están claras, muchas veces en el desarrollo práctico de las mismas es necesario ir más allá realizando gestiones de diversa índole. Es muy importante que el Procurador conozca bien la plaza en la que desarrolla su actividad, conociendo los criterios de los jueces y magistrados en la aplicación de las normas procesales. También es esencial su buen entendimiento con los funcionarios de justicia. Conocer la forma de trabajar de los gestores y tramitadores procesales y de los oficiales y auxiliares de justicia puede ayudar a desbloquear situaciones o agilizar trámites. En definitiva, realizan un gran trabajo de campo enfrentándose a la a veces más que densa burocracia que reina en los Juzgados y Tribunales que pueblan nuestra geografía.
Hay que reconocer que dado que su trabajo no tiene mucha visibilidad frente al cliente la figura del Procurador no está vista con buenos ojos por aquellas personas ajenas al mundo del derecho a las que hay que explicar que es necesario que paguen los servicios de un Procurador y que no alcanzan a comprender la verdadera naturaleza y calado de su función. Sin embargo, hay que dignificar su trabajo como se merece ya que su buen hacer es de gran ayuda al Abogado y, en algunos casos, puede resultar decisivo.