Quisiera decir que lo de los maridos ha sido tan sólo un carísimo y exhaustivo experimento que he hecho, como buena investigadora, para conocer a los hombres en su intimidad. También quiero justificar mi numerosa experiencia con que como soy pudorosa con los extraños, por lo cual decido legalizar mis hombres de una buena vez y directo al laboratorio, como toda una doctora Frankenstein. Así fue que de tanta investigación aprendí, entre muchas otras cosas interesantes, que no hay gran diferencia entre un hombre y otro hombre. Comprobé que usualmente se encuentran solamente tres tipos diferentes según la especie: bueno, malo, más o menos. Por lo anterior, decidí coger a uno (en el sentido general de coger... y esteeee, bueno, del modo español también. ¡Para qué estamos con cosas...!) Decía, que decidí formar uno a mi gusto, como tantas veces hicieran con mi propia persona. Todo en la medida de mis posibilidades, ya que en el camino, con tanto alboroto, como que se va perdiendo un poco la fuerza…
En eso estoy desde hace unos diecisiete años, batallando contra la naturaleza “de paquete” que traía mi marido, intentando civilizarlo a mi preferencia, perfeccionándolo poco a poco, para que la que me siga, no diga que fui mala reformadora. Eventualmente le estaría dejando una joyita de marido, pero… (significativo pero) …con lo que yo le pediría de indemnización por trabajo no remunerado, más le vale a mi sucesora tener mucho dinero para autoabastecerse, porque al hombre en cuestión, es decir, a mi actual y amado marido, lo dejaría perfecto como un ser celestial, pero seco, absolutamente seco económicamente hablando.
No negaré que a veces me canso de tallarlo, pero entre empezar de nuevo con otro y continuar con mi obra prima… me quedo con este hombre estupendo y maravilloso, cuyos defectos no son otra cosa que vicios sociales, llamándole así a: ver tele, ver tele, ver tele, ver tele, ver tele y ver tele; cuando no hay acceso a la tele: el móvil, el móvil, el móvil o el PC cual última instancia. Como el asunto pareciera tratarse de permanecer enchufado a algo, creo que he encontrado la solución en la tableta (oh, My God, excuse me please! Quise decir “tablet”) Bueno, en el “tablet” metería unos cuantos brillantes libros digitales y así, mi adorado señor marido me los leería con la misma ternura que hoy por hoy me lee opacos libros de papel casi todas las noches. Cumpliríamos con su aparente objetivo de estar artificialmente conectado y con el mío, de ser mimada por quien amo.
No es poco común que mujeres inteligentes confundan los vicios sociales con los defectos personales de sus maridos, como que sean mentirosos, desordenados, mañosos para comer, etc., rasgos que se solucionarían con algunas pequeñas reglas o acuerdos domésticos. Mientras que las manías sociales, que se solucionarían cambiando entera la forma de vida o de amistades mal influyentes, están relacionadas, por ejemplo, con ser buenos para farrear (irse de copas a menudo como si fueran solteros) ser buenos para despilfarrar el dinero (pagar las cuentas de los amigos o regalar cosas valiosas a “la otra”) ser mal padre (tener que ser demandado para que cumpla con la manutención de sus hijos) más otros vicios, tales como la drogadicción, el alcoholismo, la falta de respeto por el semejante, la falta de cuidados por la vida propia y la ajena, el materialismo ilimitado, la incomunicación y el uso indiscriminado de los móviles, entre muchos otros males contagiosos de hombre a hombre.
PD: El otro día, mi cuñada quiso obligarme a un compromiso pidiéndome la “palabra de hombre”. Por supuesto que no cumplí.
Post PD: Por si acaso… Mi marido autorizó la divulgación de conductas inadecuadas de sus pares.
Primavera reformadora
(*) Primavera Silva Monge es una escritora chilena, traductora de japonés, ex alumna del prestigioso Instituto Nacional de Santiago de Chile, artesana y socióloga por afición. Sus escritos los redacta referidos principalmente a los temas cotidianos imprimiéndoles una dosis de frescura y cercanía que hacen muy fácil su lectura y comprensión. Su género literario favorito es la novela y el relato o cuento corto.