España, con buen criterio ha protestado al Estado Vaticano y la conferencia episcopal ha refrendado al estado democrático constitucional frente a la secesión facciosa catalana, que arrasa sin miramientos con adoctrinamiento y la propaganda de posverdad. El cardenal Omella baila en la cuerda floja de uno y otro lado, con esa palabra “dialogo”,que en confrontación máxima de poco sirve, a menos que cambien los protagonistas.
Pero ¿tan difícil es entender que los curas a lo suyo, que la doctrina de Cristo que es la que deben predicar y no la de Puigdemont? ¿O es que no van a decir misa ni dar la comunión a los catalanes amedrentados por un secesionismo incívico al que esos curas sectarios se suman.
Da pena pensar que Montserrat, donde se debiera venerar –que nunca adorar- a la madre de Cristo- es un nido, caldo de cultivo de independentismo unilateral y sectario, de adoctrinamiento catalanista independiente y no de teología mariana con sus cuatro dogmas.
Tenemos demasiado cerca la experiencia de la asesina ETA y el pudridero sangriento de algunos seminarios vascos, donde crecía esa serpiente del mal que trajo casi mil asesinatos y miles de víctimas ¡para nada!, con acólitos de Deusto transmutados en PNV, expectantes actuales de lo que sucede para aumentar su insolidaridad con el resto de españoles.
Ya está bien de curas trabucaire en la Historia de España. Recordemos que el diccionario de la RAE define trabucaire como: “antiguo faccioso catalán armado de trabuco”. Toda una metáfora de lo que hoy vemos en la amada Cataluña.