Después de que Trump nuevamente insinuara el viernes pasado que podría haber grabado sus polémicas conversaciones con el despedido director del FBI James Comey, no quedó claro si esa afirmación era verdadera.
El Servicio Secreto, que protege al presidente y a su familia, mantuvo un sistema de grabación secreto en la Casa Blanca en las épocas de John F. Kennedy y Richard Nixon.
En respuesta a una solicitud del periódico The Wall Street Journal, en el marco de la Ley de Libertad de Información, la agencia aseguró que no tenía registros de este tipo para la administración de Trump.
El 12 de mayo, tres días después de despedir a Comey, Trump sugirió en un tuit que había grabado sus conversaciones privadas con él. La advertencia se produjo en respuesta a informes, confirmados entonces, de que el propio Comey había mantenido notas detalladas sobre esas conversaciones en las que, según él, Trump le exigió lealtad y lo presionó para que abandonara una investigación sobre el ex asesor de seguridad nacional Michael Flynn.
"¡Más le vale a Comey que no haya 'cintas' de nuestras conversaciones, antes de que él empiece a (hacer) filtraciones a la prensa!", tuiteó Trump.
El viernes, después del explosivo testimonio de Comey en el Congreso en el que repitió que Trump lo presionó para que no investigara a Flynn, el presidente lo calificó de mentiroso.
Al ser consultado si tenía grabaciones de sus conversaciones, Trump respondió con recato: "Tal vez lo contaré en un futuro muy cercano".
Eso dejó abierta la posibilidad de que otras personas en la Casa Blanca, o el propio Trump, hayan podido estar involucrados en la grabación de estas conversaciones.
El lunes el vocero de la Casa Blanca, Sean Spicer, no confirmó si estas grabaciones existían o no: "Creo que el presidente dejó bien claro el viernes que pronto volvería a tratar ese tema". "Cuando esté listo para discutirlo, lo hará", dijo Spicer.