Desde niño escuché en mi casa por boca de mi querida madre, y de mi poco recordada abuelita, la palabra Socialista o socialismo. Como al pronunciarla añadían comentarios, no me fue difícil comprender su significado. Fue algo bonito, representaba una filosofía, un sistema de gobierno, una idea o el nombre que identificaba a quienes luchaban por una sociedad más justa. Pero también escuché otras palabras u otros títulos de cuentos infantiles o libros que nos querían meter en la cabeza los profesores o las educadoras de entonces.
Por ejemplo, nos hablaban de Dios, de milagros, apariciones, pecados y comuniones; el desencanto viene cuando creces, ves la realidad de la vida y te das cuenta que eran mentiras, solo mentiras, miles de horas perdidas leyendo estupideces, obligadas. También nos tragamos una larga lista de nombres de héroes o justicieros, como eran Los Tres mosqueteros, Tarzán, Superman, La Pantera Rubia, Gene Autry y muchos otros, que nos los vendían o llegaban de alguna forma a nuestras manos, y no nos dábamos cuenta que para ser héroe había que matar a otras personas.
Los Mosqueteros atravesaban con una espada el pecho de quien no estaba de acuerdo con sus ideas. El famoso Tarzán era un hombre de piel blanca que vivía en África y mataba africanos cuando quería y de la forma que le llenaba, en realidad era un criminal y nos desordenaban el cerebro, disfrutábamos al ver cadáveres de hombres de piel negra asesinados por el blanco y llorábamos cuando una pequeña mona tenía gripe. Y estos personajes criminales aunque eran de ficción, en esa edad no lo comprendíamos. De la misma forma se inventaron héroes de la patria. Cuando “ganaban” una batalla, dejando centenares de muertos que ellos llamaban “enemigos” y otros centenares de los que llamaban “patriotas”, les daban el título de héroes, pero eran simplemente asesinos o criminales que ocupan páginas en la historia de todos los países de la Tierra.
Todo viene a mi memoria porque dos hombres y una mujer luchan desesperadamente por guardar en la taza de water toda una historia de un Partido Socialista. Se insultan, dicen a los posibles votantes que sus rivales son feos o feas, gordas o gordos, anti socialistas o vendidos a grupos populistas, cómplices con la derecha o cómplices con la izquierda. Ninguno tiene la dignidad o el respeto a su partido y su historia, menos respeto a los que durante una estúpida guerra civil dieron la vida por mantener su ideal socialista. Cuántos verdaderos hombres honestos fueron fusilados, privados de una nacionalidad, les robaron sus bienes personales, los torturaron por escribir poesías, y los calumniaron. Qué pensarían o dirían esas mujeres y hombres desaparecidos y expulsados si volvieran a vivir.
Creo que el olor a ambición, a ser fotografiado en el mundo entero, a tener las puertas abiertas de la corrupción o a oler a la misma mierda que tiran a sus rivales, es lo único en que piensan. ¿Se imagina alguien que uno de los tres sea mañana candidato a ser jefe de gobierno?, con el comportamiento chabolero, barriobajero, indigno y negativo para los niños y los jóvenes que los ven como los militares, no podían faltar, romanos que ofrecían grandes cantidades por el cargo de César.
Un ciudadano rompió una fotografía de la candidata y añadió: "¡que asco de mujer!"- Toda la prensa, los grupos misericordiosos, las luchadoras por la igualdad sexual, los acusados de corrupción y los fumadores de marihuana, alzaron la voz indignados, la mencionada señora no es gorda, no es fea y no da asco. No lo entiendo, para mi no existen las mujeres feas ni las bonitas, solo existen mujeres. Tampoco se la diferencia entre gorda o flaca, y menos una persona que de asco.
Pero estas reacciones que se suceden en los tres cerditos, perdón, en los tres candidatos, los culpables, ellos incitan a la violencia. Como diría un amigo mío: "¡¡Por qué coño no renuncian los tres!!! y se llevan a toda la podredumbre mal oliente que tienen en el partido y lo dejan en manos de la juventud o de gente que tenga las manos limpias". Yo pensaré en voz alta, comunicándome con mi madre y mi abuela pero no les diré nada, si existe un lugar donde se junten los espíritus, si es que el espíritu existe, yo guardaré silencio. Como creo que lo guardarían los miles de muertos que creyeron en las personas que en un futuro serían los responsables del Partido Socialista. Creo que llorarían amargamente, mientras los tres cerditos continúan, insultándose como vulgares bandidos en busca de El Dorado.