Para José Manuel Salazar es un hecho que “ningún país ha conseguido pasar de la pobreza rural a la riqueza postindustrial sin políticas activas de transformación productiva y dinamización de la economía.”
El nuevo Director Regional de la OIT planteó que estas políticas no deben limitarse a mejorar los aspectos económicos y deben abordar también la dimensión social reflejada en calidad del empleo, salarios, condiciones y derechos laborales.
Las claves para el éxito son formación, apoyo financiero, orientación social, políticas bien orientadas a los sectores con mayor potencial, que reconozcan las sinergias y coherencia entre varios ámbitos (monetario, fiscal, educacional…) y diseñadas desde la administración pero con alianzas público-privadas y diálogo social, dijo Salazar. Para todo esto hay que fortalecer las instituciones para el desarrollo productivo con el objetivo acelerar los procesos de aprendizaje y las tasas de crecimiento de la productividad y asegurarse de que el crecimiento tenga fuerte tracción en los mercados de trabajo.
La creación de nuevos empleos, manifestó, se da no simplemente en las pequeñas y medianas empresas sino “en los nuevos emprendimientos, por lo que es necesario fomentar un ecosistema emprendedor que incluya capital de riesgo, incubadoras, sistemas de mentoría y otras iniciativas”.
Ante los directivos empresariales aseguró que es falsa la idea de que hay que dejar el desarrollo simplemente al mercado, pues países de éxito como EE.UU. donde supuestamente no hay una política industrial porque no es posible identificar una agencia coordinadora única en el Gobierno Federal, sí han tenido políticas industriales proactivas en muchos ámbitos: en los gobiernos Estatales, en ciudades y regiones, y alrededor de varias agencias del Gobierno Federal.
De los modelos de desarrollo industrial mundiales habló de los ejemplos de Corea del Sur, donde se han dedicado grandes esfuerzos a mejorar la educación y la formación orientadas a las necesidades del sistema productivo, de China, que ha dirigido sus políticas en los últimos tiempos a aspectos sociales como alinear mejor los salarios con el crecimiento de la productividad, adoptar políticas de salarios mínimos, reforzar los derechos de los trabajadores o dar mayor prioridad a los gastos e inversiones sociales, todo con el fin de reducir desigualdades y promover un crecimiento más inclusivo.
Del modelo brasileño destacó sobre todo el fuerte apoyo financiero a las políticas industriales a través del Banco Nacional de Desarrollo (BNDES) y de Costa Rica, el ejemplo de cómo la continuidad en las políticas de atracción de inversiones selectivas y a través de la promoción de clusters a través de varias décadas son elemento clave de éxito.
Salazar también destacó las interacciones entre políticas macroeconómicas y de desarrollo productivo y dijo que para conseguir mayor crecimiento y empleo en América Latina es conveniente flexibilizar un poco las metas de inflación, de proporción de deuda y déficit fiscal respecto al PIB, siempre dentro de una programación financiera responsable, y cuando se demuestre que hay margen para ello sin comprometer la estabilidad macroeconómica.