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EL TUNEL DEL TIEMPO (II de III))

“El diablo, vendiendo cruces”... (*)

Este artículo firmado por el Profesor Bonyardán, fue publicado por “EuroMundo Global” en Enero de 2003 y hoy mismo, mantiene plenamente su vigencia.

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
(*) “Antigua e irreverente expresión, que se utiliza en algunos países de Sudamérica para señalar la incongruencia o incompatibilidad de ciertas acciones o actividades con quien en un momento dado, las ejerciera y causando con ellas, estupor e incredulidad en aquellos que contemplaran, oyeran o conocieran dichos hechos”...
(“Diccionario de dichos, usos y costumbres populares en América”- 3ª edición, Editorial Zig-Zag, Santiago de Chile 1933)
Desde luego, la Iglesia Católica ya no es lo que era y en España desde las apariciones en TV del famoso Padre Apeles, ya nada ha sido igual. Aquel caricaturesco curita con arrestos de fauno y que fuera por un tiempo, carne de las revistas del corazón y la entrepierna, derribó parte de los férreos y ciclópeos muros que durante tanto tiempo, protegieron a la iglesia en ésta España que hasta hace poco, constituía la reserva espiritual de Occidente.

El fenómeno del derrumbamiento de la imagen de la iglesia no es en todo caso, un hecho local ya que viene sucediéndose en muchos países y ha tenido en los últimos tiempos, otros entusiastas colaboradores incluido el Vaticano, que socavó las dos veces milenarias bases de su Iglesia, al admitir hace algún tiempo, la existencia de cientos de monjas y novicias violadas por sus propios curitas.

El obispo Milingo (famoso años atrás por sus extravagancias), también aportó su granito de arena. Se casó por una iglesia contraria (la secta Moon) y se descasó por el Vaticano, y previa reprimenda papal, volvió al redil y aquí... no ha pasado nada.

Cada vez hay más noticias referidas a situaciones que aunque normales (con la debida reserva) en la sociedad civil, cuando afectan a miembros de la Iglesia, adquieren una resonancia diferente con ribetes de morbo y vicio por lo que uno se cuestiona entonces, la verdadera calidad de los miembros de las sagradas órdenes.

En España, hace algún tiempo, un cura se declaró gay y además dio gracias al cielo por ello, por ser gay, con lo cual nos viene a decir que más vale ser consecuente con lo que uno sea y proclamarlo, que salvar el tipo y llevar una vida llena de mentiras y falsedades siendo incoherente con el evangelio que preconiza la Verdad por encima de todo.

Al leer esto me pregunto: ¿Que habrá pensado aquella profesora de religión (de una conocida ciudad española), que por casarse con un divorciado, para no vivir en pecado, perdió su trabajo (la escuela donde enseñaba pertenecía a la iglesia católica), y no hubo forma de torcerle la mano al obispado responsable de mandarla al paro? Al curita maricón en cambio, sólo le impidieron en su momento, decir misa, y administrar otros sacramentos. Imaginamos también, que le habrán aplicado cuotas extras de rosarios y probablemente, irse a la cama sin cenar.

No se apagaban todavía los ecos del curita maricón, cuando saltó a la prensa, que un cura traficaba e intercambiaba material pornográfico de niños. Inmediatamente, me acordé de aquello que me enseñaron en las clases de religión en mi pueblo y que dicen que dijo Jesús: “¡Ay de aquel que haga daño o escandalice a un niño!, Porque más le valdría atarse una piedra de molino al cuello y arrojarse al mar”....

En este caso que personalmente considero muchísimo más grave que la declaración de homosexualidad o mariconeo que haga libremente un adulto (independientemente de que sea cura o no), tampoco hubo reacciones notorias de parte de la autoridad católica. Apenas unas tibias declaraciones señalando que el cura pornógrafo se encontraba “muy arrepentido” (¡menos mal!) y que había prometido no volver a las andadas.

De amonestaciones, castigos, suspensión de empleo y sueldo, nada de nada. Imaginamos eso sí, que la superioridad eclesiástica le habrá confiscado todo el “material” que la policía no le encontró y cuando menos, le habrán prohibido acercarse al ordenador ya que a través de este diabólico invento, (cada vez estoy más convencido de que Bill Gates, es el mismísimo “Don Sata” reencarnado en cuerpo mortal) el perverso curita, conseguía sus cromos para el intercambio con los otros colegas aficionados a la pornografía infantil que de todas es con seguridad, la más repugnante.

Desde luego, la iglesia ya no es lo que era. Con esto de la modernidad, globalización e Internet, los curas se parecen cada vez más a las personas comunes y corrientes. Ya no existen esos frailes que veíamos en “Marcelino, Pan y Vino”, o los curas dedicados perversamente a la intriga política como el cardenal aquel de “Los Tres Mosqueteros”. Confieso que aquellos curitas causaban en mí una corriente de simpatía: unos por ser tan buenos y otros, por ser tan pérfidamente malos, en cambio estos curas de hoy, ya no me inspiran respeto; al contrario, me causan un cierto tufillo de asco.

Curas que trafican con obras de arte, curas que protegen a otros curas acusados de pederastia, violaciones y abusos sexuales, curas que trafican con dinero y que se ven envueltos en escándalos financieros de altos vuelos, curas que se casan y remecen a la mismísma Santa Madre Iglesia y que luego se “descasan”, abandonado a la mujer que desposaron, curas que trafican con pornografía, curas que hacen lo posible por “salir en la tele”, perfectamente maquillados, con el pelo teñido y las pestañas rizadas, curas que abusando de su influencia y autoridad, despiden a una mujer cuyo único pecado, es haberse casado con un divorciado, curas que rompen y separan lo que “Dios ha unido”, simplemente porque el tráfico de influencias y la necesidad de estar bien con los poderosos, es más fuerte que sus convicciones y sagrados deberes..

A veces pienso que de verdad, debemos estar al final de los tiempos y si hacemos caso a las profecías e interpretaciones de milenarios escritos, éste (el final de los tiempos), llegará cuando la “Santa Madre Iglesia”, comience a parecerse a la gente “común y corriente” (pecadora, corrupta, venal, hipócrita, pervertida, etc.)...

Por eso, cuando leo y me entero de todos esos hechos en los cuales se ven involucrados los santos varones, me doy cuenta de que en definitiva, el curita ese que se declaró maricón es el que mejor me cae en todo este batiburrillo. Este hombre al menos, ha tenido la valentía de desafiar al sistema y ha asumido derechamente su condición sin importarle la opinión del resto de sus hermanos de las sagradas órdenes.

¿No será que todos estos milingos, curas pederastas, maricones y pornógrafos son en realidad agentes secretos de Don Sata?... y digo esto porque de otra manera, no se explica que atornillen al revés con tanto entusiasmo…

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